Suele ser poco habitual encontrarse con elogios a la policía por parte de intelectuales. Es un terreno común que la policía está, en cierta forma, al servicio del Mal, incluso en las democracias occidentales. Vivimos en demasiadas ocasiones de una visión antigua y falsa de lo que la policía representa, asociándola a la pura represión, a la defensa de la ley (entendida como coacción de la naturaleza rusoniana del hombre). Pero eso es un estereotipo. Hay policías criticables como también hay abogados, periodistas o políticos que no merecerían contar con ninguna benevolencia. En un estado democrático, la policía está al servicio de esa misma democracia. Sin embargo, la policía suele vivir bajo sospecha, como si en lugar de defender a los ciudadanos su misión consistiera en perseguirlos sin motivo.
Robert Redeker, por ejemplo, en su diario de un condenado a muerte, ¡Atrévete a vivir! (Gota a Gota, 2007), dedica un explícito elogio a los gendarmes franceses que lo protegen día y noche de la amenaza islamista. Ya digo que no es habitual encontrarse con declaraciones parecidas, y tiene mucho mérito. Parece como si debiéramos encontrarnos en una situación dramática para pensar las cosas al margen de ciertos clichés, para valorar según qué cuestiones que suelen dejarse de lado. Más explícito todavía es Iñaki Ezkerra, otro amenazado a muerte por el totalitarismo, en este caso nacionalista, en su obra Estado de excepción. Vivir con miedo en Euskadi (Planeta, 2002). Ezkerra confiesa que su visión de la policía se había visto determinada durante mucho tiempo por esterotipos del pasado franquista. Hasta que no se convirtió en una víctima de ETA (gracias a UPyD, desde ahora se considerará víctima del terrorismo a aquellos que estén amenazados por ETA), no se dio cuenta de que entre la policía se encontraba gente amable e inteligente, muy alejada de los tópicos que él tenía en mente. Sus escoltas de la Guardia Civil arriesgaban (y siguen haciéndolo, claro) todos los días su vida para proteger la de Ezkerra. Son sus "ángeles de la guarda". No hay manera más clara de entender lo que significan, hoy en día, en un país democrático, las fuerzas de seguridad. Su entrega está demostrada; apoximadamente un 70 % de las víctimas de ETA pertenecen a estos cuerpos. Sin embargo, se les pondera muy poco. Como describe Ezkerra: "Los agentes de esos cuerpos tienen casi más miedo a la prensa que a ETA".
(Amo los uniformes es el título de una curiosa película canadiense)
Robert Redeker, por ejemplo, en su diario de un condenado a muerte, ¡Atrévete a vivir! (Gota a Gota, 2007), dedica un explícito elogio a los gendarmes franceses que lo protegen día y noche de la amenaza islamista. Ya digo que no es habitual encontrarse con declaraciones parecidas, y tiene mucho mérito. Parece como si debiéramos encontrarnos en una situación dramática para pensar las cosas al margen de ciertos clichés, para valorar según qué cuestiones que suelen dejarse de lado. Más explícito todavía es Iñaki Ezkerra, otro amenazado a muerte por el totalitarismo, en este caso nacionalista, en su obra Estado de excepción. Vivir con miedo en Euskadi (Planeta, 2002). Ezkerra confiesa que su visión de la policía se había visto determinada durante mucho tiempo por esterotipos del pasado franquista. Hasta que no se convirtió en una víctima de ETA (gracias a UPyD, desde ahora se considerará víctima del terrorismo a aquellos que estén amenazados por ETA), no se dio cuenta de que entre la policía se encontraba gente amable e inteligente, muy alejada de los tópicos que él tenía en mente. Sus escoltas de la Guardia Civil arriesgaban (y siguen haciéndolo, claro) todos los días su vida para proteger la de Ezkerra. Son sus "ángeles de la guarda". No hay manera más clara de entender lo que significan, hoy en día, en un país democrático, las fuerzas de seguridad. Su entrega está demostrada; apoximadamente un 70 % de las víctimas de ETA pertenecen a estos cuerpos. Sin embargo, se les pondera muy poco. Como describe Ezkerra: "Los agentes de esos cuerpos tienen casi más miedo a la prensa que a ETA".
(Amo los uniformes es el título de una curiosa película canadiense)
10 comentarios:
¡Qué susto me ha dado! Creí que nos iba a desvelar alguna perversión de las suyas. Menos mal que luego la cosa ha ido por otros derroteros.
En la medida en que la policía está compuesta por personas, habrá de todo, desde tipos bordes y agresivos hasta gente amabilísima (igual que en cualquier otra profesión). Yo mismo me he encontrado con ambas caras, aunque predomina la positiva. Sin embargo, también conozco algún testimonio de esa brutalidad y coacción (y no hay que irse a pasados grises, sino a uno muy reciente).
De todos modos, aunque España tiene relativamente fresca en la memoria esa policía dictatorial y autoritaria, creo que han sabido ganarse el respeto con creces (¿no es la Guardia Civil una de las instituciones mejor valoradas?).
Pues el que escribe estas palabras siempre ha tenido malas experiencias con los señores de la ley y el odren.
Pero como bien habéis dicho, habrá de todo (sí, sí, sí... Como en botica).
Me habrá tocado todo lo malo a mí. Je.
Buenas madrugadas a ambos. Amigo Pez, jajaja, no, no se trataba de una de mis diversas parafilias. Vale que en la policía, como en cualquier otro ámbito, hay de todo, pero la cuestión de la demonización de la policía me parece muy curioso, por estúpido. De acuerdo también que uno puede haber tenido malas experiencias con policías concretos, pero de ahí a demonizar a todo el cuerpo...
Dice usted que la Guardia Civil está muy bien valorada por una mayoría de españoles, pero se trata de españoles 'de a pie'. Los intelectuales no practican precisamente esa valoración tan positiva.
Solitario, ¿se pueden contar esas experiencias? Yo he tenido muchas más enganchadas con funcionarios de la administración (sobre todo regional) que con policías.
saludos
Sí... Claro que se pueden contar, pero son demasiado largas para escribirlas... Tendría que enrollarme mucho... Voy a contar por encima la que más gracia me hizo.. Me pillaron en mi coche de madrugada (acababa de aparcar y estaba pillando un CD de la guantera) y vi perfectamente como intentaban encerrarme con el coche de la policía medio derrapando en plan serie COPS (de hecho, en mi mente se escuchaba un: bad, boys, bad boys.... Whatcha gonna do, whatcha gonna dooooo When they come for you....) y yo dentro del buga flipando en colores... RUTINA, me dijeron cuando comprobaron DNI, papeles, inspección íntegra en el interior del coche (esto me tocó las narices un poco)... Otra vez llegaron a denuciarme por un pequeño malentendido en el que me trataron como auténica escoria (el problema fue el trato, no la multa)... Seis maderos.. Y yo, cómo no, solito otra vez... Je.
Disculpe mi retraso en contestarle, Solitario, pero he tenido un fin de semana algo liadillo. Gracias por contar su experiencia particular.
saludos
Me parece muy acertada esta reivindicación... confieso que al leer el título pensé lo mismo que pez martillo (je, je)
Por circunstancias que no vienen al caso, he podido comprobar la madera de la que está hecha mucha de esta gente que se juega la vida por nosotros a cambio de un sueldecillo y de que los "malos" estén en la calle a las horas de detenerlos.
Otras veces supongo que abusan del poder y nos hacen pasar un mal rato.
Muy interesante el post
Iris, es que el amigo Pez me conoce e imagina cualquier salvajada por mi parte, jajajaj.
Bueno, pensaba que la entrada sería algo provocadora, pero no se me ha asustado demasiado el personal. Usted lo ha entendido perfectamente. Y gracias por sus amables palabras.
besos
Si en otras épocas apenas había guardianes exclusivamente humanitarios-como el ángel de la guarda- no era porque faltasen guardias ni soldados,sino porque abiertamente eran la escolta de nobles,prelados y monarcas,y abiertamente se ocupaban en la promoción de sus particulares intereses. El gran cambio acontece hace relativamente poco,cuando lo que Hoobes llamaba Leviatán se convirtió en Estado del Bienestar. A partir de entonces pretorianos y asimilados pasaron a ser los amigos proverbiales del pueblo,a la vez que otros personajes (el bandido generoso,el perseguido,el guerrillero,el insumiso y el simple excéntrico) se convertian en sus enemigos."El Espiritu de la comedia" A. Escohotado.
Para mi esta claro,solo hay que mirar el perfil de los que van uniformados...a la mayoria les quitaron el bocadillo en el patio del colegio...eso marca.jaja. Unos chulos rencorosos. Saludos
¿Saben cómo se llama el río más largo de España?
Pues eso.
Ciertamente, siempre habrá malas actuaciones dentro de cualquier colectivo y también habra hidalgos que se crean dañados continuamente en su hacienda por la simple presencia o actuación de un cuerpo policial.
Pero a nadie, repito a nadie le tiembla el pulso para marcar el número de teléfono de quien seguro acudirá en defensa de tu persona ni en ese momento se plantea la política a seguir por la polícia. Porque si se te ocurre llamar en ese momento a los amigos de tu colla, haber quien aparece.
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