El mes pasado tenía que haber salido el nuevo número de la revista Kiliedro. Por una serie de dificultades, la edición se ha pospuesto, seguramente para este mes de marzo. Como disección escribí algo dedicado a la Viena de fin de siglo, ciudad-época que puede considerarse como el origen de la modernidad que nos ha tocado vivir, un xaós en el sentido griego de abertura y brecha, a partir del cual toda una serie de manifestaciones culturales nos han permitido acceder a lugares esenciales de nuestra condición. Parece algo pomposa la definición, pero creo que se ajusta a la realidad. Viena creó una mentalidad, nos señaló una dirección, un camino en el cual nos hallamos todavía inmersos. De todos los artistas que se desenvolvieron en este lugar y en esta época en la disección prioricé, por diversos motivos que no vienen al caso, al escritor Arthur Schnitzler, autor del libro Traumnovelle, que dio origen a la película póstuma de Stanley Kubrick, Eyes wide shut. La idea era que, una vez publicado el nuevo número de Kiliedro, yo iría colgando en este blog entradas dedicadas a Viena, pero personificando esta ciudad en un creador diferente en cada ocasión. Como la edición de la revista se ha retrasado, comenzaré hoy con esta serie que ya veremos hasta dónde me llevará. Comenzaremos, dado que tratamos de la Viena de las apariencias, un teatro en el que todo el mundo representaba su papel, con el escenario de las intrigas: la arquitectura.
Adolf Loos (1870-1933) fue un arquitecto curioso, muy particular en su concepción de su disciplina, y que trabajó bastante poco pero escribió mucho (no sólo de arquitectura). Para empezar, y en contra del primer mandamiento de la Viena de la belle èpoque que consideraba a lo estético por encima de todo, Loos defendía que la arquitectura no es un arte, pues su finalidad principal no consiste en agradar al espíritu, sino en cumplir unas funciones prácticas, en estar al servicio de una utilidad humana, de un habitar (en sentido heideggeriano). Como Bresson en el cine, la obsesión de Loos es el despojamiento, la eliminación de lo decorativo, de aquello que no es necesario. Todo debe ser pulido y arrancado hasta descubrir la médula, dejando los adornos para el fuego depurador. El verdadero creador no añade, sino que depura. En el fondo, se trata de una idea general sobre la transformación de lo existente, que tiene elementos en común con paisanos suyos como Karl Kraus o Ludwig Wittgenstein.
En obras como su Villa Karma (que está en Montreux, no en Viena) se representa toda su concepción de la arquitectura, basada en una simplicidad opaca en lo externo, contrapuesta a una interioridad más desarrollada. "La casa no debe decir nada al exterior; toda su riqueza debe manifestarse en el interior". Construir de dentro hacia afuera, ésa es la clave; no buscar el brillo vacuo, sino el desarrollo progresivo de una interioridad pulida y esencial. El interior sería el espacio de lo auténtico, el eje gravitacional separado de las formas exteriores, símbolos de la sociedad estructurada a base de patrones y formas huecas, sujetas a convención. El adorno, en este sentido, fetichiza los objetos y, con ello, desvía del camino hacia el centro y nos lanza sobre la mentira, múltiple y exterior. "El adorno es un delito (...). La evolución cultural equivale a la eliminación del ornamento del objeto de uso".
Loos odiaba la superstición de la novedad, la dictadura de las modas que no es otra cosa que decadencia y espíritu muerto: "No debemos pensar en la forma. La mejor forma existe ya siempre y nadie tendría que temer emplearla (...). ¡Basta de genios de la originalidad! ¡Repitámonos hasta el infinito! (...) La verdad, aunque tenga miles de años, se compenetra mejor con nosotros que la mentira que camina a nuestro lado".
La tumba bajo la que se esconde el cuerpo de Loos fue diseñada de acuerdo a un diseño del propio Loos.
(imágenes: exterior e interiores de la Villa Karma)
Adolf Loos (1870-1933) fue un arquitecto curioso, muy particular en su concepción de su disciplina, y que trabajó bastante poco pero escribió mucho (no sólo de arquitectura). Para empezar, y en contra del primer mandamiento de la Viena de la belle èpoque que consideraba a lo estético por encima de todo, Loos defendía que la arquitectura no es un arte, pues su finalidad principal no consiste en agradar al espíritu, sino en cumplir unas funciones prácticas, en estar al servicio de una utilidad humana, de un habitar (en sentido heideggeriano). Como Bresson en el cine, la obsesión de Loos es el despojamiento, la eliminación de lo decorativo, de aquello que no es necesario. Todo debe ser pulido y arrancado hasta descubrir la médula, dejando los adornos para el fuego depurador. El verdadero creador no añade, sino que depura. En el fondo, se trata de una idea general sobre la transformación de lo existente, que tiene elementos en común con paisanos suyos como Karl Kraus o Ludwig Wittgenstein.
En obras como su Villa Karma (que está en Montreux, no en Viena) se representa toda su concepción de la arquitectura, basada en una simplicidad opaca en lo externo, contrapuesta a una interioridad más desarrollada. "La casa no debe decir nada al exterior; toda su riqueza debe manifestarse en el interior". Construir de dentro hacia afuera, ésa es la clave; no buscar el brillo vacuo, sino el desarrollo progresivo de una interioridad pulida y esencial. El interior sería el espacio de lo auténtico, el eje gravitacional separado de las formas exteriores, símbolos de la sociedad estructurada a base de patrones y formas huecas, sujetas a convención. El adorno, en este sentido, fetichiza los objetos y, con ello, desvía del camino hacia el centro y nos lanza sobre la mentira, múltiple y exterior. "El adorno es un delito (...). La evolución cultural equivale a la eliminación del ornamento del objeto de uso".
Loos odiaba la superstición de la novedad, la dictadura de las modas que no es otra cosa que decadencia y espíritu muerto: "No debemos pensar en la forma. La mejor forma existe ya siempre y nadie tendría que temer emplearla (...). ¡Basta de genios de la originalidad! ¡Repitámonos hasta el infinito! (...) La verdad, aunque tenga miles de años, se compenetra mejor con nosotros que la mentira que camina a nuestro lado".
La tumba bajo la que se esconde el cuerpo de Loos fue diseñada de acuerdo a un diseño del propio Loos.
(imágenes: exterior e interiores de la Villa Karma)
12 comentarios:
¿ Y quién le decía a él qué formas eran las perfectas ? ;)
La arquitectura racionalista de Loos, que tiene algún brillante discípulo gijonés (Juan Manuel del Busto, autor de la vieja estación de ALSA, ahora en proceso de restauración, tras salvarse "in-extremis", y gracias a las protestas que algunos efectuamos, de la demoledora piqueta) siempre me ha fascinado a mi también, al igual que la Viena de entre guerras en general. No me gusta nada "Eyes wise shut", esteticicista y prescindible última película de Kubrick, que, en mi opinión, pone un triste borrón en su carrera; pero Schnitzler es uno de los grandes de la historia de la literatura, y el delicioso relato que inspira la lamentable "despedida" de Kubrick-especialmente triste para el que ha sido uno de los grandes genios de la historia del cine- me parece una obra muy apreciable.
La arquitectura racionalista de Loos, que tiene algún brillante discípulo gijonés (Juan Manuel del Busto, autor de la vieja estación de ALSA, ahora en proceso de restauración, tras salvarse "in-extremis", y gracias a las protestas que algunos efectuamos, de la demoledora piqueta) siempre me ha fascinado a mi también, al igual que la Viena de entre guerras en general. No me gusta nada "Eyes wise shut", esteticicista y prescindible última película de Kubrick, que, en mi opinión, pone un triste borrón en su carrera; pero Schnitzler es uno de los grandes de la historia de la literatura, y el delicioso relato que inspira la lamentable "despedida" de Kubrick-especialmente triste para el que ha sido uno de los grandes genios de la historia del cine- me parece una obra muy apreciable.
Horrach: Felicidades por el escaño. Dando un paseo bloguero, que no prolifero por cuestiones académicas, me encuentro con su interés por ese arquitecto.
Supongo que conoce, por que ha estado recopilando datos, su magnifico epitafio, digo el de A. L.,"Que libró a la humanidad de trabajos inútiles".
Mi primer artículo publicado en revistas profesionales fue sobre Loos. Ídolo hace un cuarto de siglo y más. En fin, me alegra saludarle.
(También en chez Bartleby tengo alguna referencia).
Muy interesante lo que cuenta, como siempre. YA sabe usted que todo lo relacionado con la Viena de la Belle Epoque me interesa. Le animo a que siga con la serie.
Sobre Loos, sólo un apunte tonto. En "ornamento y delito" podemos leer: "El hombre moderno que se tatúa es un delincuente o un degenerado. Hay cárceles donde un 80 % de los detenidos presentan tatuajes. Los tatuados que no están detenidos son criminales latentes o aristócratas degenerados. Si un tatuado muere en libertad, esto quiere decir que ha muerto unos años antes de cometer un asesinato".
¡Si Loos levantara la cabeza!
Saludos.
Buenas tardes a todos, y bienvenido Moisés, nuevo en este agujero. A usted le contesto primero: ¿que cómo se sabe qué formas son las perfectas? La cuestión es que hay unas formas idóneas y otras que no lo son. El contenido de esta aseveración ya depende de más factores.
Koolau, no conozco al discípulo gijonés de Loos, pero intentaré buscar cosas suyas en el google (¿sabes si pueden encontrarse?).
La peli de Kubrick tampoco me gustó. Esperaba otra cosa, más cercana al 'Crash' de Cronenberg, y me decepcionó mucho. Ahora la veo con curiosidad y cierto cariño, pero sigue sin parecerme una gran película.
Sr Verle, pues evidentemente en este tema usted lleva la voz cantante, así que todo lo que diga será bienvenido, por supuesto. No sabía lo del epitafio, pero no me extraña nada, teniendo en cuenta el carácter de Loos. Tengo curiosidad por el artículo que menciona suyo sobre Loos. ¿Cabe alguna posibilidad de leerlo? Merci.
Amigo Pez, gracias por sus palabras, es usted muy amable. Recuerdo bien esa pasaje de 'Ornamento y delito', del que he leído fragmentos. Es espectacular, taxativo como pocos, pero con cierta razón (sólo le pierde, si acaso, la exageración).
saludos a todos
Horrach: Era de tiempos antidiluvianos. Aunque le parezca mentira sin ordenadores. Si lo recupero se lo haré saber. Gracias.
Querido y admirado Horrach, cuánto me alegro de sus incursiones por el arte y la arquitectura… Al hilo de su apunte sobre Loos quiero recordar lo que “el filósofo” pensaba sobre la arquitectura y los espacios para un hombre nuevo… A mí siempre los espacios de Loos me han parecido melancólicos, en general todo el arte moderno vienés, su Secesión… Nietzsche nos descubre una acepción espacial de la melancolía, una necesidad de espacio propicio para la reflexión, la contemplación y el ensimismamiento melancólico: exige a la arquitectura la necesidad de generar espacios silenciosos y amplios, apartados del ruido mundanal, donde se pueda reflexionar, “construcciones e instalaciones que en su conjunto expresen la distinción de la meditación y del caminar apartado”. El filósofo considera estos lugares espacios de reconocimiento, donde su habitante se pueda reconocer en ellos: “Queremos traducirnos a nosotros en piedra y planta, queremos pasearnos por nosotros, cuando caminemos por esos salones y jardines”. Lugares que ya no alberguen cadáveres sino donde habite la vida, donde la vida pueda ejercerse con toda la fuerza creadora; la casas deben ser “construidas y adornadas para siglos y no para la hora fugaz”... En ese deseo nietzscheano se ve la necesidad imperiosa de dejar huellas, movido por un placer insaciable de posesión y apresamiento íntimo. Al no haber diferencia ni repelencia entre el lugar y quienes lo habitan, puede instaurarse la posesión —posesión entendida como el ejercicio de conquista y soberanía gracias al cual el lugar pasa a formar parte de quien lo habita como si fuese una extensión de su cuerpo; no hay violencia sino armonía entre el habitante y el lugar ocupado... También el vacío debe estar representado en esta arquitectura y ambiente melancólicos, e imantar los objetos que intentan rellenar el espacio: por supuesto unos objetos carentes de interior, de masa, al ser artificios generados por un hombre melancólico que aspira a construir y desplegar su melancolía por el mundo, o más bien construirse un universo melancólico a la medida de su tristeza… Precioso día, Horrach… Un buen día para dejarse encontrar… Saludos… Pau
Hola de nuevo, Pau, com anam?
Coincido con usted en esa melancolía que destilan los espacios de Loos. Se trata, como él pretende en la teoría, y en la práctica creo que consigue, de espacios recogidos, preparados para acoger una cierta interioridad reflexiva, un habitar que, como digo en la entrada, tiene mucho que ver con las tesis de Heidegger sobre esta cuestión.
Le agradezco su comentario, Pau, que en estos terrenos (como le sucede también al Sr Verle) es usted eso que en boxeo se llama 'peso pesado'.
saludos
Vaya por dios. Ya era raro que durante 15 meses este blog sobreviviera sin las molestias del jodido spam. Pero ese día ha llegado, en el coment anterior.
muy interesante...me has ayudado a realizar mi trabajo de facultad...dejo mi email por si quieres comunicarte conmigo...
yoceci989@hotmail.com
besos desde la argentina...
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