No empieza del todo mal este recién estrenado 2008. Este domingo es el patrón de Palma de Mallorca, San Sebastián, y el sábado noche se celebra la 'Revetla', en la que (dejando de lado las 'torradas' y demás tradiciones) una serie de variopintos grupos musicales actúan en diferentes plazas de la ciudad. De todo ello a un servidor sólo le interesa uno de los múltiples conciertos: el de los míticos Echo & the Bunnymen, que tocan, seguramente pasadas la 1 de la mañana, en la plaza Joan Carles I. Nunca hasta ahora había tocado en Palma el grupo de Liverpool, encabezado por su cantante Ian McCulloch, y no creo que nunca vayan a repetir la experiencia. Habrá que aprovechar la ocasión, ya que se trata de uno de mis grupos más queridos. Ahora que recuerdo, creo que los conocí hará unos 20 años gracias a esa divertidísima serie británica de humor, The young ones, cuando en uno de sus delirantes capítulos Rik Mayall quería enviar una carta al cantante del grupo para que éste defendiera sus derechos civiles (el personaje de Mayall era anarquista y, por tanto, no contaba con ningún diputado en el Parlamento).
Para quien no los conozca, los Echo son un grupo que surgió en Inglaterra en el contexto del post-punk, en el que diferentes bandas seguían la estela de los Clash y de Sex Pistols, aunque con recursos más sutiles y despliegues marcadamente sombríos. Se experimentaba el paso del nihilismo de la protesta al nihilismo de la angustia sin salidas. Grupos que se situaron en la misma estela del post-punk podrían ser los The Cure, Joy Division, The Birthday Party, Bauhaus o Siouxsee and the Banshees. La fama de los Echo ha quedado relegada, en cierta forma, por algunas de estas bandas, aunque siempre han mantenido un firme prestigio, además de generar una indiscutible influencia en bandas posteriores. Su primer disco, Crocodiles, apareció en 1980, y ya contaba con algunas canciones que definían el estilo del grupo. Una de ellas era la enérgica All that jazz. El tono, pero, era todavía irregular, aunque ya sobresalía la voz y la actitud de su carismático cantante, el gran Ian McCulloch.
Sin embargo, con su segunda obra, Heaven up here, alcanzaron, en mi opinión, la cumbre de su carrera. Publicado un año más tarde, el tono del disco era mucho más consistente, y su música estaba caracterizado por colores sombríos y amenazadores, en una línea similar a la ofrecida en esa época por The Cure o poco antes por los Joy Division de Ian Curtis. Show of strength abría el fuego y la sensacional Over the wall marcaba el paso para el resto de un disco denso y oscuro, casi pétreo. En este sentido Disease es una de las piezas más logradas, pero lo mejor de esta obra, y tal vez de toda su discografía, se encuentra en All my colours. Si a McCulloch se le olvida tocarla en Palma ya me encargaré yo de recordárselo (el video es un homenaje al batería Pete de Freitas, fallecido a finales de los 80 en un accidente de tráfico).
Su tercer disco, Porcupine (1983), pierde algo del nivel general del anterior, aunque mantiene algunas piezas sensacionales. La oscuridad sigue siendo la tónica, arropada por cierta lentitud ritual en el despliegue de los temas. Hay buenas canciones como My white devil o Higher hell, pero ninguna supera en intensidad a la oprimente Porcupine, cantada por McCulloch con ese estilo tan intenso que lo caracteriza.
Cuarto disco: Ocean rain (1984), para muchos el mejor de su carrera; para mí, el más decisivo para que hoy en día se recuerde todavía a los Echo. Se aprecia un cierto abandono de las oscuridades y una transición hacia terrenos más pop. La mítica y maravillosa Killing moon es la que ha tenido más tirón (sobre todo por pertenecer, años más tarde, a la banda sonora de la sobrevalorada Donnie Darko), y se lo merece, aunque no deberíamos olvidar otras grandes piezas como Nocturnal me o la emocionante Ocean rain.
Con el paso del post-punk al pop el grupo obtuvo más reconocimiento, aunque a mí me interesa menos esta época, de la que salvaría pocos temas. Poco tiempo después la banda se separó, para no reunirse hasta 1997 con el disco Evergreen, que mantenía esos tonos pop de los que hablaba, aunque en un sentido plano y sin mucha inspiración. La cosa cambia un poco en 1999, con What are you going to do with your life?, no porque se regrese a las oscuridades iniciales, sino porque el grupo comienza a sentirse más fuerte en la tónica algo más amable y comercial que ha adoptado. La canción que da título al álbum y Rust demuestran esto que digo. Los Echo evidencian que, a diferencia de otros revivalistas grupos de pasado mítico, no vuelven sólo por la pasta, sino para quedarse. Y si bien, a mi juicio, ya no tienen el talento de principios de los 80, al menos sí mantienen una incuestionable dignidad.
Estos últimos años han llegado dos nuevos discos, que los han consolidado definitivamente en ésta su segunda etapa creativa. No hay duda de que los Echo se sienten cómodos con el espacio que se han ganado en el siglo XXI. Primero llegó el interesante Flowers (2001), que contaba con King of kings y la resultona It's alright como cartas de presentación. Siberia llegó en el 2005, y con piezas como Make us blind, In the margins o Siberia dejaba muy buen sabor de boca.
He leído que en algunos de sus últimos conciertos han recurrido a material de sus primeros discos. Si hacen eso en Palma lo agradecería, aunque no estaría mal escuchar alguno de sus hits de la época más pop. A ver qué cara van a mostrar en su concierto de Palma. Tal vez caiga crónica del evento.
(imágenes: la primera, de un reciente McCulloch, con 48 tacos bien llevados; la segunda, de la formación actual del grupo, con sólo dos de sus miembros originales: el cantante y el guitarrista Will Sergeant)
Para quien no los conozca, los Echo son un grupo que surgió en Inglaterra en el contexto del post-punk, en el que diferentes bandas seguían la estela de los Clash y de Sex Pistols, aunque con recursos más sutiles y despliegues marcadamente sombríos. Se experimentaba el paso del nihilismo de la protesta al nihilismo de la angustia sin salidas. Grupos que se situaron en la misma estela del post-punk podrían ser los The Cure, Joy Division, The Birthday Party, Bauhaus o Siouxsee and the Banshees. La fama de los Echo ha quedado relegada, en cierta forma, por algunas de estas bandas, aunque siempre han mantenido un firme prestigio, además de generar una indiscutible influencia en bandas posteriores. Su primer disco, Crocodiles, apareció en 1980, y ya contaba con algunas canciones que definían el estilo del grupo. Una de ellas era la enérgica All that jazz. El tono, pero, era todavía irregular, aunque ya sobresalía la voz y la actitud de su carismático cantante, el gran Ian McCulloch.
Sin embargo, con su segunda obra, Heaven up here, alcanzaron, en mi opinión, la cumbre de su carrera. Publicado un año más tarde, el tono del disco era mucho más consistente, y su música estaba caracterizado por colores sombríos y amenazadores, en una línea similar a la ofrecida en esa época por The Cure o poco antes por los Joy Division de Ian Curtis. Show of strength abría el fuego y la sensacional Over the wall marcaba el paso para el resto de un disco denso y oscuro, casi pétreo. En este sentido Disease es una de las piezas más logradas, pero lo mejor de esta obra, y tal vez de toda su discografía, se encuentra en All my colours. Si a McCulloch se le olvida tocarla en Palma ya me encargaré yo de recordárselo (el video es un homenaje al batería Pete de Freitas, fallecido a finales de los 80 en un accidente de tráfico).
Su tercer disco, Porcupine (1983), pierde algo del nivel general del anterior, aunque mantiene algunas piezas sensacionales. La oscuridad sigue siendo la tónica, arropada por cierta lentitud ritual en el despliegue de los temas. Hay buenas canciones como My white devil o Higher hell, pero ninguna supera en intensidad a la oprimente Porcupine, cantada por McCulloch con ese estilo tan intenso que lo caracteriza.
Cuarto disco: Ocean rain (1984), para muchos el mejor de su carrera; para mí, el más decisivo para que hoy en día se recuerde todavía a los Echo. Se aprecia un cierto abandono de las oscuridades y una transición hacia terrenos más pop. La mítica y maravillosa Killing moon es la que ha tenido más tirón (sobre todo por pertenecer, años más tarde, a la banda sonora de la sobrevalorada Donnie Darko), y se lo merece, aunque no deberíamos olvidar otras grandes piezas como Nocturnal me o la emocionante Ocean rain.
Con el paso del post-punk al pop el grupo obtuvo más reconocimiento, aunque a mí me interesa menos esta época, de la que salvaría pocos temas. Poco tiempo después la banda se separó, para no reunirse hasta 1997 con el disco Evergreen, que mantenía esos tonos pop de los que hablaba, aunque en un sentido plano y sin mucha inspiración. La cosa cambia un poco en 1999, con What are you going to do with your life?, no porque se regrese a las oscuridades iniciales, sino porque el grupo comienza a sentirse más fuerte en la tónica algo más amable y comercial que ha adoptado. La canción que da título al álbum y Rust demuestran esto que digo. Los Echo evidencian que, a diferencia de otros revivalistas grupos de pasado mítico, no vuelven sólo por la pasta, sino para quedarse. Y si bien, a mi juicio, ya no tienen el talento de principios de los 80, al menos sí mantienen una incuestionable dignidad.
Estos últimos años han llegado dos nuevos discos, que los han consolidado definitivamente en ésta su segunda etapa creativa. No hay duda de que los Echo se sienten cómodos con el espacio que se han ganado en el siglo XXI. Primero llegó el interesante Flowers (2001), que contaba con King of kings y la resultona It's alright como cartas de presentación. Siberia llegó en el 2005, y con piezas como Make us blind, In the margins o Siberia dejaba muy buen sabor de boca.
He leído que en algunos de sus últimos conciertos han recurrido a material de sus primeros discos. Si hacen eso en Palma lo agradecería, aunque no estaría mal escuchar alguno de sus hits de la época más pop. A ver qué cara van a mostrar en su concierto de Palma. Tal vez caiga crónica del evento.
(imágenes: la primera, de un reciente McCulloch, con 48 tacos bien llevados; la segunda, de la formación actual del grupo, con sólo dos de sus miembros originales: el cantante y el guitarrista Will Sergeant)
4 comentarios:
Le veo puesto y preparado para el evento. Ÿa veremos si llego a tiempo para ver algo.
Sí, para el evento, un auténtico ereignis, jajaja.
No sé cómo funcionan los horarios de las otras plazas (nunca he sido muy 'revetlero'), pero la Joan Carles siempre suele ser la última en cerrar el chiringo, así que algo puede pescar. Piense que a los Muchachito los podrá ver en otras ocasiones (¿no son de BCN? Eso cae muy cerca), pero con los Echo seguramente no dispondrá de otra ocasión. Le digo lo mismo que con respecto a UPyD: piénseselo bien, jjejej.
saludos
Yo creo que con un poco de suerte podré ver bastante de lo que me interesa, por la cosa de los horarios, y si no, pues los veré a medias.
La Electric Light Orchestra dudo que vuelvan por estos lares, y no por eso irá usted a verlos.
uy, no me manipule el argumento, amigo Pez, mejor no se me ponga sofista. Es cierto que ELO y los Echo no volverán a Palma, pero un caso y el otro son muy distintos, porque estos ELO son unos suplantadores, además de que tampoco eran gran cosa los originales, mientras que los Echo, como digo en la entrada, mantienen el tipo y a sus dos hombres más importantes, McCulloch al micro y Sergeant a la guitarra.
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