viernes, 14 de septiembre de 2007

EL CREYENTE


Hace unos años surgió dentro del ramplón cine americano una película que me llamó muchísimo la atención, más por su contenido que por su estilo cinematográfico. La película, The believer (2001, Henry Bean), se basaba en un fascinante caso real, el de un joven americano nazi, Daniel Burros, que se suicidó tras ser detenido por la policía. Después se supo que en realidad era judío y sobre esa paradoja límite, la del ser nazi-judío, se inspiraron los creadores de esta obra para dar su punto de vista sobre la psique del escindido personaje, que en celuloide se llama Daniel Balint y está predestinado fatalmente por la historia bíblica del (no-)sacrificio de Isaac a manos de Abraham. Balint es llevado por lo inconmensurable hasta un punto en el que la razón no puede construir nada con sentido claro; allí donde el yo se disuelve en el absoluto desarraigo de una acción casi trascendental. Es en realidad un elegido para una misión (de la que sólo es consciente a medida que la historia va avanzando): que el pueblo judío vuelva a ser tan odiado como en la Alemania nazi. El motivo: tras la segunda Guerra Mundial los judíos gozan de un prestigio (si bien no en todo el mundo, pero sí en USA) que nunca antes habían tenido, y Balint considera que eso es muy perjudicial para su supervivencia. Por eso se entrega, desde las filas de grupúsculos nazis, a fustigar a los judíos con la intención de que esa furia antisemita acabe extendiéndose por toda la población americana. Espero que lo dicho hasta ahora impulse a los que me hayan leído a ver esta sorprendente película, porque no pienso decir nada más sobre su argumento.

Sólo quiero destacar algunas de las reflexiones de su protagonista (interpretado por un gran Ryan Gosling), un fascinante ejemplar de ‘hombre del subsuelo’. Creo que sus discursos son bastante lúcidos, aunque él los elabore, como también hacía Nietzsche, a la contra. Intentando repudiar al pueblo judío lo que consigue, al menos a mi juicio, es elevarlo:


“Los judíos minan la vida tradicional y crean desarraigo. Un pueblo auténtico saca su fuerza de la tierra, del sol, del mar. Así sabe quién es. Pero los judíos no tienen tierra (los israelíes no son judíos. Es decir, no necesitan el judaísmo porque tienen tierra). El verdadero judío es un vagabundo, un nómada. No tiene raíces, así que lo universaliza todo. No sabe clavar un clavo ni arar un campo. Sólo sabe comprar, vender, invertir, manipular mercados. El judío toma la vida de la gente con raíces y la vuelve cultura cosmopolita, basada en números, libros e ideas. Ésa es su fuerza. En los tres siglos que han tardado en salir de los guetos de Europa, nos han quitado el orden y la razón, arrojándonos a un caos de lucha de clases, necesidades irracionales, relatividad. A un mundo en el que se cuestiona incluso la materia. ¿Por qué? Porque el impulso más profundo del alma judía consiste en reducir el tejido de la vida sólo a un hilo. Sólo quieren la nada, una nada sin fin”.

“Los judíos quieren que les odien, anhelan el desprecio. Se aferran a él como a la esencia de su ser. Si Hitler no hubiera existido, los judíos lo habrían inventado. Porque sin ese odio, el ‘pueblo elegido’ desaparecería de la tierra. Cuanto peor se les trata, más fuertes se hacen. La esclavitud en Egipto los convirtió en una nación; los pogroms los endurecieron; y Auschwitz creó el estado de Israel. El sufrimiento es el crisol de su genio. La única forma de aniquilar a este pueblo es abriéndoles los brazos, invitarles a nuestra casa y abrazarles. Sólo entonces desaparecerán dentro de la normalidad. Para destruirlos debemos amarlos sinceramente. Su destino es ser aniquilados para ser deificados después. Jesús lo comprendió perfectamente. Miren lo que se consiguió con la muerte de un judío. Imagínense si los matáramos a todos”.

Shalom!

21 comentarios:

ceniputacienta dijo...

Quizá sea una analogía liviana, pero esto me hace pensar en la chica frívola y popular de la escuela: la normalidad, lo común y corriente, lo ordinario es lo único que destruye su egocentrismo y displicencia hacia el resto de los mortales.
Un abrazo.

Santiago Bergantinhos dijo...

A mí lo que me dejó sorprendido es que ne Israel durante los años sesenta fueron terriblemente populares unas revistillas pornográficas de temática nazi, con sensuales agentes rubias de las SS dando caña en plan sadomaso a pilotos americanos o ingleses. Hace poco se hizo un documental sobre ello y ha levantado bastantes ampollas.

La psique humana es que es la leche.

Anónimo dijo...

Horrach: vimos la película. A pesar de ser presuntamente cine independiente norteamericano y cinematográficamente no aportar demasiado, su temática llamó algo la atención, aunque su discurso era sesgado. Ahora, venía en EP creo, acaban de detener en Israel a jóvenes de ideología nazi.
Nunca será más oportuno un premio, aunque sea asturiano, al museo judío del holocausto (o mejor de la shoah).

Johannes A. von Horrach dijo...

Bienvenid@ al subsuelo, Ceniputacienta.

Supersanti, ¿tiene por ahí algún link sobre lo que me cuenta, que me interesa? Gracias.

Sr Verle, la peli, como ya he dicho, tiene un estilo y unas maneras discutibles. En el fondo es cine comercial de factura tosca. Pero lo que me interesa es el personaje, esa escisión suya tan subsuelítica y tan fascinante, ese abismo del que no puede salir.
Sobre los rusos nazis de esta semana en Israel: no estuve muy pendiente del tema (todavía no hemos abandonado el verano y sigo bajo tierra), pero no me quedó claro que fueran judíos (que, como sabe, no todos los israelíes son judíos). ¿Lo sabe usted?

saludos

Anónimo dijo...

hello
why don't write a letter to a great personnalitie!
i post your letter
shalom
marcel
jewisheritage

Anónimo dijo...

Todo llega.
En los comentarios a la entrada del día 4 de enero, "Hitler y los chuetas", se habló de una película: "El cónsul Perlasca".
La echan esta noche en la 2 a las 22 h.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Cuando visioné la película, me vino a la memoria un texto de Diana Sperling, titulado, “La centralidad del borde”, donde la autora reflexiona en torno a la identidad judía y el gueto y del que reproduzco una pequeña parte de su introducción ;
“Si sacamos una mano fuera del cosmos, ¿esa mano existe o no? Así se preguntaba Aristóteles. Esa pregunta parece ser la tardía respuesta a la inquietud socrática, cuando el viejo maestro debe decidir, en el juicio al que es sometido, si tomar la cicuta o ir al destierro. Su elección, sabemos, recae en la primera de las alternativas. Pero lo que nos interesa aquí es la razón que esgrime para ello: el griego rechaza la posibilidad de irse porque, dice, así no solo no salvará su vida -futura-, sino que malogrará la pasada. Sócrates prefiere morir en su polis a vivir en el exterior ya que, para él, eso no sería vida. Allí, fuera de la ciudad que lo ha criado y educado, ya no sería, dice, Sócrates. Esa inextricable ligazón entre tierra e identidad, entre nombre propio y lugar de residencia, es el punto que intento someter a examen. Los griegos son, aspiran a ser, autóctonos. De autós, para sí, lo que es en sí, y ctonos, tierra, suelo. Ser para sí, ser sí mismo solo es posible en esa ligazón con la tierra, en esa férrea pertenencia. La autoctonía supone que se es hijo de la tierra, como lo es una planta o una roca. El hombre pertenece al suelo y el suelo, al hombre. Vínculo natural, cuya ruptura conlleva la pérdida de la identidad, que es como decir la vida misma. Para el pensamiento judío, esta es una idea pagana. El judío entiende su vínculo con la tierra en un registro que no es de la naturaleza, sino de la legalidad. No somos hijos de la tierra, sino de la letra.”
Un tema de mucho calado, Sr. Horrach, y un personaje delirante.
Saludos

Anónimo dijo...

...

Johannes A. von Horrach dijo...

Chema, muchas gracias... pero he llegado tarde para leer su coment. Una pena.
El libro que me recomendó sobre Perlasca he intentado conseguirlo, pero no ha habido manera. Parece que está descatalogado.

Jacob, muchas gracias por el texto que aporta de Sperling (de la que no sabía nada, pero que ya me interesa mucho), cuyo análisis comparto y, además, me parece sensacional, muy en la línea de análisis parecidos de Levinas. También considero que el proyecto judío (más bien diría judeocristiano) consiste en ese vivir en el desarraigo. Es decir, en desconectarse de arraigos inmediatos para arraigar con aquello que está por encima de todo. Jesús, a mi juicio, no decía otra cosa.

Anónimo, qué lacónico es usted, jajajaj.

saludos

Anónimo dijo...

No creo que exista condición más "desarraigada" que la de español y judío.

Johannes A. von Horrach dijo...

Estoy de acuerdo, Gin. Un país, como es España, que se definió desde un principio como algo opuesto a lo judaico no es un lugar muy acogedor para un judío. Eso se nota todavía hoy, tanto a la derecha como a la izquierda.

saludos

Neguev and me dijo...

Vaya! resulta que no habia dado cuenta. El tema de judio nazi,es interesante. La pelicula toca,a mi modo ver, otros temas subyacentes( como el de la educación) pero estos dias que hemos visto en Israel bandas de neonazis haciendo lo que hacen en todos los sitios, el tema cobra una especial relevancia


gin-ctonic dijo...
No creo que exista condición más "desarraigada" que la de español y judío.

Me sorprenda esta afirmación, pero no quiero hacer un juicio precipitado. ¿ podrías aclararmelo?
En principio estaría de acuerdo. El caracter español comparte muchos rasgos con el caracter judío. Uno de los elementos definitorios de ambos ( el cainismo)

Neguev and me dijo...

Horrach; los rusos que protagonizaron los hechos nazis, no eran judíos.
De hecho, eso ha servido para que los grupos ultrareligiosos reabran la polémica sobre el derecho a "la ley del retorno".
Cómo sabes,debido a la reunificación familiar, cuando la Agencia Judía e Israel abrieron sus puertas a la inmigración rusa, un número nada despreciable de no judíos se beneficiaron de la posibilidad de que les concedieran pasaporte israeli. Son dentro de Israel una minoria organizada, que incluso tiene un partido, que encabeza Nathan Saransky.

Santiago Bergantinhos dijo...

http://www.nytimes.com/2007/09/06/world/middleeast/06stalags.html?ex=1346817600&en=b8c106c737bec67c&ei=5124&partner=permalink&exprod=permalink

http://wincofon.blogspot.com/2007/09/stalags-holocausto-y-sexo.html
http://absencito.blogspot.com/2007/01/nazismo-pop-israelita.html

Pa fliparlo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Ok, Supersanti, le echo un vistazo a los links esta noche.

Neguev, gracias por la precisión sobre los israelíes no-judíos nazis.
Una pregunta sobre el partido que encabeza Sharansky. ¿No es judío este famoso político? ¿Y representa a rusos, independientemente de que sean judíos o no? Gracias.

Nota: a partir de hoy otro loco y su juguete atestará un poco más las ya saturadas carreteras mallorquinas. Como me dice Pez por vía interna: ¡Yorch al volante! ¡Que se vayan preparando las ctónicas! :-)

Santiago Bergantinhos dijo...

¿Ya tienes ruedas? ¿Para cuándo un artículo sobre el coche como símbolo ictifálico?

Johannes A. von Horrach dijo...

Ya he visto los links. Lo que me parece más flipante de todo este tema no es el que el estalagim tenga más o menos seguidores en Israel (ya sabemos que la psique humana es tortuosa), sino las conclusiones que cierto personal de estos blogs citados por Supersanti saca sobre la sociedad israelí. Me parece que son ganas de consolidar prejuicios discutibles.

Sí, ya tengo ruedas, aunque prestadas. Las necesitaba para mi metamorfosis definitiva en Travis Bickle.

Santiago Bergantinhos dijo...

Pues por lo visto en los países árabes ha millones de visitas a páginas porno israelís donde salen buenorras en minivestidos de policía y fuerzas armadas de Israel.

Ése es e origen de todos los problemas: que se folla poco.

Johannes A. von Horrach dijo...

Sí, precisamente leí algo sobre eso creo que en El Mundo, creo que en agosto. En este caso (dejemos de lado que el porno está prohibido en estos países, mientras que en Israel no) la idea es la misma que la del prono nazi: estimularse con lo que uno más odia y teme. Puede parecer sorprendente, pero es el sadomasoquismo de toda la vida, presidido siempre por deseos de dominio y autonomía. El judío ve al nazi como el musulmán al israelí: como un enemigo, pero un enemigo poderosísimo y casi invulnerable, alguien a quien en el fondo uno quisiera parecerse.

saludos

Neguev and me dijo...

Sí: Sharansky si es judío. Y además su libro famoso" A case of democracy" ya sabe que lo puso en la picota y en la cabecera a causa de que Aznar dijo que lo tenía en su mesilla de noche.

Luego me dí cuenta que la frase, tal y cómo la había construido se prestaba a confusión. Lo que quise decir es que Sharansky, famoso opositor al régimen soviético,sionista militante en las la extinta URSS, encarcelado por ello, fundó un partido que votan muchos de los casi 1Millón de rusos que llegarón a Israel. Entre ese millón, evidentemente, no todos eran judíos. No se discutió cuantos. Pero el tema de los nazis está reabriendo el debate sobre la "Ley del retorno"

Johannes A. von Horrach dijo...

Ok, gracias por la precisión.

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