lunes, 25 de diciembre de 2006

LA MUJER CTÓNICA (2)

En Sexual Personae (subtitulado Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson) Camille Paglia identifica lo femenino con lo dionisíaco, y a lo dionisíaco en la Grecia antigua se lo asociaba con las secreciones y lo líquido, es decir, con la sangre, el esperma, la leche o el vino. En suma, lo femenino es pura naturaleza líquida, una "ciénaga miasmática cuyo prototipo son las aguas estancadas del útero". Esto tiene su importancia cuando enfrentamos esta esencia líquida de lo femíneo con el opuesto de Dioniso, Apolo, el primer dios de los cultos celestes, cuyo dominio se caracteriza por la forma, de modo que lo apolíneo viene a ser aquello que da forma a las cosas, lo vertebrador, lo que moldea a los entes estableciendo diferencias entre ellos, permitiendo así su individuación. Considerando que el hombre ha manifestado una repulsión evolutiva hacia lo viscoso, se entiende que la proyección apolínea de ideales tenga un claro cariz antagónico con respecto a lo dionisíaco. Todo ideal, toda forma, es un movimiento de proyección y de clausura, es decir, necesita una referencia a la que enfrentarse y envolverse para poder escapar a lo indeterminado que, en este caso, sería lo femíneo liquido. El formalismo apolíneo se sustenta sobre la negación de la naturaleza, pero eso no implica ni mucho menos que ésta pueda llegar a ser borrada del todo. La negación de lo ctónico-dionisíaco, para poder sustentarse en una forma creadora de identidad, debe reafirmarse constantemente, pues la amenaza de la indeterminación nunca podrá ser erradicada totalmente. La amenaza de lo ctónico siempre estará ahí fuera, esperándonos.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Mejor ahora, creo. Más abierto, más literario, más ontológico -óntico, al menos-, menos se-me-ve-el-plumero.

Ontología de género: ya, de una vez, caramba. Rigor, leches, no política. Camille pone un pasito, claro, pero se pasa de frenada al otro lado, pero casi, casi, y hay mucho aprovechable. Esencialistas feministas y testosteronos resentidos porque no mojan pueden despreciarse. El andrógino y sus tipos, las taxonomías de mezcla y los ideales puros extremos -inexistentes, quede claro- han de jugar. Pajillerines y frígidas, cuidado. "Yo soy mi mundo". Pero no me lo endoses.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hola Rabino, gracias por sus palabras. Está claro que para profundizar con un mínimo de rigor en temas como éste hay que dejar atrás tabús y las ideas preconcebidas, pero todos tenemos mucho de eso, y cuesta lo suyo. De todas maneras el plumero no se me debe estar viendo tanto porque las 'legiones de la antifalocracia' todavía no se han dejado caer por aquí para, como dice el amigo Biel, cortarme los collons. Esperaremos, que si una de las cosas que me ha enseñado el extraño curso de mi vida es que hay que ser paciente (cosa que no suelo cumplir, ya que estamos).

Por cierto, no sé si se ha dejado caer por el blog de Arcadi Espada esta noche, pero un tipo ha colgado (post 308) un texto sobre nuestra amiga Paglia, sacado de un blog. El texto tiene su interés, a pesar de los juicios penosos que hace su autor, un etiquetador de prejuicios, sobre Paglia. Aquí puede verlo:

http://antonioasencio.blogspot.com/2006_01_01_antonioasencio_archive.html

Shalom!

Al59 dijo...

Horrach: debo confesarle que las damas ctónicas (señoras de la oscuridad) han sido siempre mi perdición. En su día dediqué un articulo a tres de ellas (Isis, Lilith y Gello) y la historia que las pone en relación con el nombre de Dios. Si le hace click, lo tiene en http://www.history.upenn.edu/~humm/Topics/Lilith/lilIsisGylu.html

Johannes A. von Horrach dijo...

Hola Alejandro,

pues veo que compartimos perdición, aunque en mi caso es más real que teórica. De hecho, mi interés teórico por las ctónicas procede de mi experiencia real. Y muchas gracias por su artículo, voy a verlo y luego le comento. Seguro que al Rabino Satánico también le interesa, ya que la figura de Lilith es una fijación suya de hace un tiempo.

Saludos.

El Pez Martillo dijo...

A partir de Lilith, y a pesar de todo, ¿no os parece que en Eva y sus descendientes hay mucho de la primera?

Sobre lo apolíneo y lo dionisíaco, está bien la distinción, pero son dos caras de una misma moneda. Quiero decir que la división, como apuntaba el rabino, no es tan tajante. Vamos, que sin lo uno no habría lo otro, y ambos están en relación de necesidad. Tal como lo cuenta parece que primero hubiera (primacia óntica y ontológica) la ciénaga de lo ctónico, sobre la cual se alza lo apolíneo, y creo más bien que se trata de algo así como una coexistencia o simultaneidad en continua lucha.

En otro comentario habla de mujeres "testosterónicas". Paralelamente, también cabría hablar de hombres ctónicos.

Anónimo dijo...

Muy bien, Pezmartillo. La previedad ontológica, ya lo sabemos, no se mide con relojes. No está diez minutos antes de otra cosa, ni una hora ni mil años. Que haya algo ontológicamente previo desde la perspectiva analítica no niega que ya se dé con aquello de lo que es previo y sin lo cual no podría darse. Dionisíaco y apolíneo son figuras especialmente susceptibles de ser tratadas dialécticamente.

Claro que hay hombres ctónicos. Es más, todos los hombres son ctónicos. Piensen en el cagar, pero desde una perspectiva metafísica (¡y escatológica!) Por eso decía yo que el retrete nos iguala por lo bajo y el lenguaje -apolíneo- por lo alto. La figura superior, sin la que nada de esto puede ser puesto en su conveniente perspectiva, es la del ser-humano -como figura-. Pero claro, "esto es siempre más complicado".

Johannes A. von Horrach dijo...

Pez Martillo,

sobre la dualidad apolíneo-dionisíaco, de acuerdo con la mutua dependencia, pero hay una diferencia entre ambos, y es que uno de ellos es el que origina al otro; lo apolíneo es el elemento que crea la dualidad de la que él forma parte. En un principio no hay ni siquiera lo ctónico, porque éste (como sugiere el amigo Biel) es una creación apolínea, un intento de definir lo indefinible. En un principio no hay determinación alguna. La determinación, es decir, en este caso, la separación entre estos dos elementos de la dualidad pagliana, sólo es posible dentro de la esfera de lo apolíneo, pues es sólo aquí donde la conciencia y la reflexividad tienen su espacio. En cambio, en lo ctónico, que es sinónimo de inconsciencia y de vacío conceptual, no puede haber reconocimiento de su opuesto, lo apolíneo, simplemente porque no puede darse ningún movimiento dialéctico al no ser este un terreno conceptual. De esta manera, lo ctónico sería lo opuesto a lo apolíneo, pero tampoco alcanzaría a definir ese a priori ontológico que da pie a la escisión de opuestos, sencillamente porque su esencia (la de este a priori) escapa a cualquier tipo de determinación.

Resumiendo, lo dionisíaco-ctónico es una categoría creada por lo que da pie a lo apolíneo como la otra categoría de la dualidad. Con esto, se podría decir que la dualidad no es 'igualitaria', pues ésta sólo se reconoce si la vemos desde uno de sus dos elementos, el de lo apolíneo, pues si lo hacemos desde el otro elemento, lo ctónico, la dimensión de la propia dualidad desaparece por completo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Y sobre las 'mujeres testosterónicas' y los 'hombres ctónicos', creo que ya dije en el artículo de Kiliedro que las esencias de estos dos elementos de la dualidad no pueden atribuirse a ningún tipo de ente en exclusiva. Es decir, pueden estar más o menos representadas en un tipo de ente, pero su esencia es algo que escapa a lo puramente contingente y por ello no puede ser encarnada. Decir que todos los hombres son esto y todas las mujeres aquello sería una aberración, no hay lugar a banalizaciones de este tipo. La dialéctica apolíneo-ctónica tiene que permanecer siempre abierta si queremos que nos sirva para entender la realidad, y no como fuego que alimente estúpidos enfrentamientos.

Anónimo dijo...

Más sobre la dialéctica apolíneo-dionisíaco. El principio de lo ctónico-telúrico es un principio de un cierto hermetismo autosuficiente, de un líquido que, justamente, no fluye, sino que se coagula, se espesa y queda retenido, dificultándose de este modo su derramarse y, por tanto, su dispersión, su disolución estéril. Es la figura de la Venus de Willendorf, autista pero fértil, hermética pero fecundable (autofecunda, de hecho). Y es dentro de esta naturaleza ctónica donde se halla una primera ambivalencia; la figura del útero-tumba, el eros-thanatos. La estrategia apolínea trata de deshacerse de esas cadenas hermetizantes y salir a la luz solar. Para fecundar, paradójicamente, aquello de lo que huye; cuanta más firmeza se tenga en la huida, mayor dependencia se afirmará de aquello huido. En las figuras confrontadas se entenderá, al cabo, que no hay más previedad, ni jerarquía, entre ellas que la meramente analítica. Su mutua interdependencia, su trabazón inseparable, la forma como se juegan impide el corte limpio que separe, independizando, una de la otra; análogamente a sujeto/objeto, dicho sea de paso (que no es casual). "Hay", por lo demás, esa escisión originaria, ese "previo" irrecuperable de lo que surge todo el juego y que rompe la baraja al mismo tiempo. Darte de tortas con las reglas, buscar al titiritero tras la cortina, es conseguir una bajada de telón definitiva e irrecusable.

Johannes A. von Horrach dijo...

Alejandro,(medio leído su texto, mañana me lo acabo):

el escamoteamiento de la figura de Lilith en la Biblia judeocristiana parece un claro intento de ocultar precisamente esas características que Paglia asocia con la mujer ctónica. Y no es porque la figura femenina originaria en la Biblia se retrate de forma positiva, al contrario, pues se la representa como la responsable de la caída de Adán. Pero en la historia de Eva hay un evidente rebajamiento de la figura de la mujer con respecto al hombre, un sometimiento jerárquico, y ya sabemos que esos intentos de rebajar algo lo que delatan es una situación opuesta, una ansiedad y un miedo de fondo ante lo rebajado. Y es que sólo un miedo visceral a una Lilith permite entender una Eva 'castrada' de sus atributos ctónicos. En este proceso la mujer deja de ser un demonio infernal para convertirse en un ser sometido, de rango inferior y dependiente. Por eso decía yo en el artículo de Kiliedro que la 'femme fatale' de nuestros días es un muy ajustado retrato de esa hembra originaria, de esa Lilith postergada de la historia, y casi de la humanidad. Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Rabino, por hoy se me ha acabado la gasolina, de modo que ya le contesto mañana a su estimulante disertación sobre la dialéctica apolíneo-dionisíaca. Sólo decirle que le agradezco su contribución a este debate, es usted un killer. Shalom!

Anónimo dijo...

Enhorabuena por su blog, Mr. Horrach:

Joer, como está el patio, nivel filosófico (y ontológico) a tope. Los aficionados de medias lecturas y furtivos onanismos también tenemos una vocecita. En este caso será una breve reflexión, ya que uno sólo se mueve bien en el regate corto, allá va: porque nosotros, hombres apolíneos (espiritualmente, porque físicamente somos de la escuela de Alfredo Landa), buscadores de ideales y verdades puras, nos sentimos tan sumamente atraídos por las mujeres físicamente cenagosas y espiritualmente turbias... ¿Integración de opuestos? ¿Polaridad? Yo para estos casos acudo a mi Jung, que es mi Biblia pseudolaica.

Un saludo para todos, el pez de Pío Moa, el rabino polifacético orillando lo esquizo y especialmente para Alejandro y sus campos de fresa ácida (lisérgica).
También para usted Mr. de Niro, al que deseo que encuentre una Jodie Foster hetero.

Johannes A. von Horrach dijo...

¡¡Hoooooombre!!! ¡Bienvenido, amigo Nosferatu! Muchas gracias, ha sido todo un detalle de su parte este post, sobre todo teniendo en cuenta que se ha dado de baja del mundo de internet. Mañana cuando vuelva a la que es su ciudad de adopación, le invito a lo que quiera.

Lo del físico de Alfredo Landa eso nos pega a usted y a mí, pero no a todos los del blog. El Rabino se parece más a Mercutio, o sea, que gasta unas pintas algo luciferinas (con tirabuzones y todo). A pesar de ello, hace unas semanas, unos chavales lo confundieron por la calle con el mismísimo Redentor.
Y del amigo Pez Martillo, paso a paso, se va convirtiendo en un icono del mundo gay palmesano, jajajaj. No, en serio, el amigo Pez es más presentable físicamente que nosotros.

Y gracias por sus deseos, pero la Jodie no es mi tipo (ni aunque ella fuera hetero), prefiero a la más ctónica Cathy Moriarty (por no salirnos de Scorsese). Un abrazo.

'Travis el títere'

El Pez Martillo dijo...

Está usted levantando falsas sospechas en torno a mi persona, amigo Horrach. Que alguien del cual no nos queda clara su opción sexual parezca estar muy simpático conmigo (con usted también lo está, le recuerdo que intentó subirlo a su piso) no me convierte en un icono gay. Menos mal que luego lo compensa diciendo que soy más presentable físicamente (lo cual no sé si va con segundas, es otro falso testimonio, o de verdad lo cree así).

Siempre viéndole el aspecto negativo a las ctónicas (que si son escuálidas, que si no tienen tetas, que si esta no es hija de picador...), no cambiamos. Pos a mi la Foster me pone (aunqe sea lesbiana, qué más da, nunca se fijaría en nosotros, más que nada por los kilómetros que nos separan).

Un saludo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hombre, no se enfade, amigo Pez, que era una broma navideña. Además, ser un icono gay no significa ni mucho menos que uno sea gay también, muchas veces es al contrario. Y al menos usted es un icono de algo, otros no somos ni eso. Y lo del aspecto físico no es coña, que usted es mucho más alto y corpulento que un servidor y que el amigo Nosferatu.

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Querido Rabino, a la luz de su última reflexión sobre la dialéctica apolíneo-dionisíaca, una tentativa para meterle mano:

¿cree usted que el mito de la caverna de Platón puede re-interpretarse a partir de este tema pagliano? Es decir, la salida de la caverna como la eclosión del dominio de lo ctónico y la pretensión (el proyecto ideal pero 'agónico') de construir un orden diferente presidido por la falta objetiva de fundamento sobre el que articularlo.

¿La caverna puede ser algo así como el "útero-tumba" de la Naturaleza, esa escisión creadora y destructora al mismo tiempo, un pozo negro en el que nada puede (re)conocerse? Pasaríamos, en este caso, de las seguridades tétricas de lo miasmático para transitar hacia la angustiosa inseguridad de la luz apolínea, cuyo fundamento es lo abisal, es decir, la ausencia de fundamento en su sentido genético.

Anónimo dijo...

No sé hasta que punto coarta la indagación el referir con una cierta exclusividad a las mujeres el carácter ctónico. Creo que hay allí un rastrojo apolíneo no reconocido, jajaja. Volviendo al punto, prefiero aproximarlo a lo femenino, que no es lo mismo, pero es igual. Lo ctónico es tan temible por su cercanía a la disolución, a lo negro, la putrefacción como licuación de la materia (como el Arcano XIII)el necesario paso para el estado del nigredo alquímico. Aparece ya el la veneración a la gran diosa buitre neolítica, que pare, da la muerte y devora los restos de sus hijos, para volver a parirlos. En el caso de Eva (hewah madre de todas las vivientes/serpiente, en el idioma original), no hay que engañarse, existe una doble escritura en Génesis, el texto más antiguo da el signo de una criatura ctónica, no muy distante de Lilith, no en vano habla con la serpiente (signo del antiguo ritual de la diosa?) Sugiero revisar el trabajo de Marija Gimbutas

Manfreya

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