
"Nathan, la política es la gran generalizadora, y la literatura la gran
particularizadora, y no sólo están en relación inversa entre ellas, sino
en relación antagónica. ¿Cómo puedes ser un artista y renunciar al
matiz? Pero ¿cómo puedes ser un político y permitir el matiz? En tanto
que artista, el matiz es tu tarea. Tu tarea no consiste en simplificar.
Aun cuando decidieras escribir de la manera más sencilla, a lo
Hemingway, la tarea sigue siendo la de aportar el matiz, elucidar la
complicación, denotar la contradicción. No se trata de eliminar la
contradicción, de negarla, sino de ver dónde, dentro de la
contradicción, se encuentra el ser humano atormentado. Permitir el caos,
dejarlo entrar. Tienes que dejarlo entrar o, de lo contrario, produces
propaganda. Durante los primeros años de la Revolución rusa, los
revolucionarios gritaban: '¡El amor libre, existirá el amor libre!'.
Pero, una vez estuvieron en el poder, no pudieron permitirlo, porque
¿qué es el amor libre? Es caos, y ellos no querían el caos. Querían algo
disciplinado, organizado, contenido, científicamente predecible. El
amor libre inquieta a la organización. La literatura inquieta a la
organización, porque no es general. La naturaleza intrínseca de lo
particular consiste en no amoldarse. La generalización del sufrimiento:
eso es el comunismo. La particularización del sufrimiento: he aquí la
literatura. Uno participa en la batalla al mantener vivo lo particular
en un mundo simplificador y generalizador".
Me casé con un comunista, Philip Roth