(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Por
todos conocida es la reflexión de Marx “la historia se repite
primero como tragedia y después como farsa”. Así, si en los años
70 se debía subir hasta Perpiñán para poder disfrutar del acogedor
cine edificante, o simplemente interesante, hoy es preciso acercarse
a Madrid para obtener el salvoconducto de catalán. Como publicaba
hace unos días este periódico, el Institut Ramón Llull de nuestra
Capital City da más facilidades (menos dureza y sólo un día de
pruebas) a las sufridas víctimas de nuestra excelentísima, más en
tortura china que en otra cosa, Direcció General de Política
Lingüística. Se repite el panorama de nuestro también egregio
departamento de catalán, el más berroqueño de todas las tierras de
esta lengua. Qué suerte tenemos…
Eso
sí, los exámenes en Madrid salen algo más caros, a lo que se debe
sumar el billete de avión. Lo más interesante, que no sorprendente,
es que en la capital sean más tolerantes con las modalidades
insulares. Aquí seguimos desterrando, basta escuchar IB3, el léxico
balear en beneficio de la monolítica uniformidad.
Claro,
estos títulos son muy preciados para desenvolverse en ciertos
ámbitos de nuestra valleinclanesca realidad. Catalan first!
Por ejemplo, para asuntos esenciales como la cartelería de las
playas de Palma, y para que los socorristas se comuniquen, megafonía
incluida, con alemanes e ingleses en tanga, entonando las delicadezas
del Blanquerna de Ramon Llull. O con materiales más
expeditivos y despiadados, como las glosas de Mateu Xurí, puro
fist-fucking mental. Ahora ya sí sabemos en qué consisten
las intimidantes medidas del tripartito para vaciar nuestras playas
lo antes posible. Turismo sostenible.
Pero
ante tanto caviar informativo esta semana se lleva la guinda una
delicatessen excelsa: Més quiere que Cort declare a un tal
Trump, no sé si les suena, persona non grata. El caso es que,
como recordaba mi compañero Aguiló Obrador el pasado viernes, Més
agasajó hace poco en el Consell a un ultraderechista alemán
contrario a la llegada de refugiados. Debía ser que Herr
Schachtschneider habla catalán (estándard, por supuesto) o que es
“máxima autoridad” (pónganse en pie) europea en divorcios
kosovares. Yo no les exigiría demasiada coherencia a los Carrió,
Ensenyat o Abril, basta ver lo que se esconde (conciertos económicos,
independencias unilaterales) bajo su tan manida invocación a la
igualdad.
Regresemos
a Trump. Este pesemero brindis al sol, cuyo único fin práctico es
reunir a una tribu que se ha ido desvertebrando últimamente, no
significa otra cosa que un tierno homenaje al falangista Juan
Aparicio, que fue director del franquista Arriba. De él se cuenta
que, al escribir sus encendidos artículos contra el Kremlin,
declaraba exaltadamente a los presentes: “¡Se van a enterar en
Moscú!”.
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