Al
fin ya estamos en campaña electoral, qué alegría, ¿verdad? En un
país tan cainita como el nuestro, la estrategia del antagonismo no
es tal estrategia sino la simple expresión de una idiosincrasia. Por
eso, a pesar de lo que indicaban las encuestas de hace unos meses,
premiando a los dos partidos que han intentado que haya legislatura,
ahora esos mismos ciudadanos están propiciando, o siendo víctimas
de, una polarización extrema. Al final, el bipartidismo sigue ahí,
pero cambiando PSOE por Podemos.
A
ZP le fue muy bien la polarización, hasta que la crisis se lo llevó
por delante. “Os conviene que haya tensión”, le dijo Iñaki
Gabilondo en un programa de televisión, cuando pensaba que los
espectadores ya no lo escuchaban. Y es que demonizar al rival,
planteando escenarios de blancos y negros, ángeles y demonios,
acostumbra a dar resultados en una sociedad tan emotiva y de
entendederas limitadas como la nuestra. Si algo sabemos hacer, es
embestir al primer capote que nos pongan por delante.
Según
el último CIS, los ciudadanos valoran mucho a un partido (PSOE) al
que no piensan votar, en parte porque un candidato tan patético como
Snchz está favoreciendo la destrucción de unas siglas que, al menos
por discurso, se encuentra en la mediana de la sociedad española.
Los socialistas siguen pagando la factura de los 7 años de ZP,
enrocados como están desde hace meses en la ajedrecística posición
de zugzwang: cualquier movimiento que hagan, será malo para ellos.
Que
el pueblo no es sabio lo sabe cualquiera que no sea un charlatán o
un oligofrénico, pero no me digan que esa tendencia a valorar
tantísimo a candidatos (Garzón, como antes fuera Rosa Díez) que
votan poco no tiene su miga psiquiátrica.
La
historia se repite, no es aplicable en España el modelo de Downs.
Recordemos que según este esquema, los votantes valoran
electoralmente a aquellos partidos que consideran más centrados
ideológicamente, cosa que no ha sucedido muchas veces en España,
donde el PP, menos centrado que el PSOE, ha ganado cuatro elecciones.
Lo mismo está sucediendo con la 'cuadratura del círculo' podemita:
ganar voto de extrema izquierda sin perder el de centro. Vistiéndose
de lagarterana socialdemócrata y eliminando simbología comunista de
sus mítines. ¡Y funciona!
Qué
poco vale todo esto ante tragedias como la muerte de Luis Salom, con
su madre, María Antonia Horrach, cortándose su larga melena negra
en el mismo tanatorio para dejar sobre las manos de su hijo los rizos
de los que éste estaba encariñado.
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
No hay comentarios:
Publicar un comentario