(artículo publicado en la revista Kiliedro)
El
pensador francés Edgar
Morin considera, en su obra El
paradigma perdido, que el homo
sapiens es también demens,
pues tanto razón como locura, sabiduría y demencia, son
inseparables ontológicamente desde el momento en que el pensar
humano se articula a partir de la dialéctica dualista
orden/desorden. El hombre es fruto de una esencia compleja y
ambivalente, fruto del pánico que provoca la certeza aplastante de
la muerte, y en ella el delirio caótico y la locura destructiva no
pueden ser circunscritos únicamente a un período evolutivo previo
al civilizado, teóricamente superado. El demens del hombre es
el reverso del sapiens, y la dialéctica de opuestos no es
capaz de resolverse en favor de ninguno de los dos extremos. No hay
punto final a la incertidumbre potencial que caracteriza a lo humano,
y el conflicto seguirá existiendo en la medida en que sobreviva la
especie humana.
La conciencia de la muerte es un momento fundamental, pues supone una
ruptura decisiva, un desgarramiento traumático con la inmediatez
tranquila de la existencia que caracteriza el resto de especies
animales. Con la certeza de que toda vida es perecedera, la finitud
se impone como atributo fundamental de lo existente, con el añadido
de que lo humano siempre se ha negado a aceptar esta finitud, y en
gran parte todo proyecto cultural siempre ha ido encaminado a
erradicar esa certeza bajo el peso de construcciones suprasensibles
con vocación de continuidad. Surge, por ejemplo, la idea de
inmortalidad, articulada por el mito y la magia (a veces también por
la ciencia). Pero todo son vanos intentos de suturar la 'escisión
originaria' (Hölderlin), la que desfonda toda pretensión de
construir identidades fuertes. Desposeído de verdad, el mundo del
devenir se idealiza y trascendentaliza, pero el proyecto mismo de
sustentación de esa realidad artificial sólo puede mantenerse sobre
la clausura, la exclusión y la expiación. El demens, que va
de la mano de lo identitario, surge con especial virulencia en esta
estrategia de búsqueda de una verdad trascendental; ninguna
identidad con vocación de absoluto puede sustentarse si no es
apelando al fondo de violencia excluyente e idolátrica que anida en
lo humano; todo intento de afirmación de algo implica también
directamente su doble, la negación de lo que queda fuera de la
selección, necesario para que la afirmación puede llevarse a cabo.
Fruto de la conciencia de lo escindido, el hombre es un ser devorado
por la ansiedad, la crisis y la neurosis. Su existencia se convierte
en un proceso agónico para articular una identidad que proteja al
sujeto de la devastadora realidad presidida por la certeza de la
finitud. Su negación trascendental de la muerte lo conduce a la
creación de un mundo imaginario poblado de dobles, fantasmas,
dioses, ángeles, demonios, culpables, etc. El hombre no asume la
realidad de la muerte, pero, al mismo tiempo, la conciencia de
inminencia permite la existencia como hombre, como homo sapiens
(demens). Como dice Morin, vemos con unos ojos carentes de
mirada limpia, esto es, mediatizados por todos los 'puentes' que han
intentado e intentan colmar la brecha, llenar la ruptura: paradigmas,
creencias, mitos, magia, ideologías, teorías, thematas, etc.
5 comentarios:
Buenas.
Ya ha llovido.
Nos vamos en Mayo: cricket, rugby y cerveza.
Me tomo la libertad de dejarte un enlace donde citamos a Morin como uno de nuestros referentes.
Espero que te guste.
Qué envidia de plan: cricket, rugby (union) y cerveza (negra, espero).
saludos y gracias por el enlace
¿ Existe otra cerveza que sea la stout ? ¿ Otro rugby que sea el Union ?
Usted daría un gran porco bravo.
Para empezar, el buen gusto ya lo tiene.
¿ Piensa retomar Filorugby ?
Nos tomaremos una a su salud.
Gracias.
Gracias por el brindis.
En principio no tengo pensado retomar Filorugby a corto plazo. Pero tampoco lo he borrado, por si acaso.
abrazos
Esto lo has escrito tú o simplemente lo transcribes de la web mencionada?
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