miércoles, 14 de octubre de 2009

MOISÉS ETHAN


           De la estupenda Centauros del desierto, me gustaría recordar su final, uno de los mejor definidos y más emocionantes que he visto en la pantalla. Ethan (John Wayne), un hombre curtido en la violencia y el odio a los comanches, excluido de su comunidad, cumple una misión hercúlea, en tiempo y esfuerzo, que le permite poner orden en un mundo que se había visto devastado. Como señaló Serafín León en su blog, Ethan, rescatando a su sobrina de los apaches, "restablece el orden y la moral y recompone un pequeño pedazo de un mundo circundante y (hasta entonces) odiado". Consigue así redimirse, transmutando su odio en proyecto civilizatorio. El excluido es el que reconfigura el orden grupal.
          Pero su redención no es completa. Como Moisés, no puede entrar en la obra que ha conseguido crear; el mundo que ha ayudado a construir (él más que nadie) no puede ser habitado por su presencia. La escena final, prodigiosa y emotiva, no deja lugar a dudas: por un momento Ethan parece querer entrar en la Tierra Prometida. La resucitada Debbie, devuelta en brazos por su liberador, entra junto a sus tíos, felices de recuperarla, en la casa bendecida por la felicidad tras tantos años de penurias y sufrimiento. Ethan los sigue hacia el interior que permanece en total oscuridad, pero cuando casi penetra en la casa se da cuenta de que la parejita que viene detrás todavía no ha entrado y entonces se aparta para dejarlos pasar. Ellos ni lo miran; es como si Ethan fuera un fantasma, invisible para ellos. En ese justo momento parece cobrar consciencia de que no puede entrar. Detenido en el umbral, se va antes de que la puerta se cierre. Se retira dando tumbos mientras la puerta, bruscamente y como si hubiera sido violentada por un golpe de viento, se acaba de cerrar a sus espaldas.

[nota: además de Ethan, queda fuera también Mose Harper (Hank Worden), el loco de la película. Por cierto, que el actor que lo interpreta es el mismo que hacía de bizarro y ancianísimo camarero en Twin Peaks, en aquel capítulo en el que el agente Cooper recibe un disparo en su hotel.]

5 comentarios:

Sr. Verle dijo...

Horrach: Buenas.
Mientras Ud. maquinaba esta entrada, yo estaba, pensando en similar referente, haciendo la fotografía que cuelgo en mi blog. Se la brindo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Pues muchas gracias por el brindis, querido Verle, es usted muy amable. Si yo fuera pintor, como mi tío Tomás Horrach, me dedicaría una buena temporada a pintar exclusivamente umbrales. Saludos.

rubén m. dijo...

The searchers es una de esas películas inagotables, que difícil es encontrar hoy una peli de Hollywood (o una peli en general) con un guión tan cerrado y al mismo tiempo tan abierto a todo tipo de lecturas e interpretaciones. Este final es impresionante por lo que señalas del carácter fantasmal que ha adquirido Ethan. Recuerdo que me impactó mucho el retrato de ese hombre cuya vida ha sido sustituida por una obsesión, un hombre-obsesión, y su reflejo en la figura del indio Cicatriz.

un saludo

Johannes A. von Horrach dijo...

Una maravilla, en efecto. Lo primero que me agradó de esta película es la condición subsuelítica del personaje de Wayne (como tú bien dices, Rubés, es un "hombre-obsesión"), pero siguientes visionados me descubrieron muchas más cosas que hacen a esta película una de las mejores que he visto nunca.

saludos

Anónimo dijo...

tanto el final como el inicio tienen un aire a "don segundo sombra"

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