René Girard es un autor cuya obra ha sido recibida en España de manera algo extraña. Por una parte, se han traducido casi todos sus libros, desde luego los más importantes (en editoriales como Anagrama, Gedisa, Encuentro o Trotta), y eso es raro en un país como el nuestro en el que demasiados autores de nivel se quedan mudos en castellano. En el caso de Girard, se puede pensar lógicamente que si se le traduce también se le lee, pero no parece el caso, pues este pensador sigue siendo un gran desconocido en España. Poca gente lo ha leído, y sólo unos pocos de estos se deciden a citarlo o a trabajar sus teorías. Hay excepciones, claro está, y en este texto quisiera referirme a algunas de ellas, todas vinculadas a la realidad del País Vasco y a los efectos que en esa región y en el conjunto de España ha acarreado el terrorismo de ETA. Jon Juaristi, Mario Onaindía y Fernando Savater son tres autores dispares que han sido muy influenciados por Girard a la hora de, primero, entender y analizar la particular situación de Euskadi, y, segundo, de plantear posibles soluciones a esa misma situación marcada por un asfixiante dominio político del nacionalismo. Los tres se sintieron muy impresionados al descubrir la obra de Girard, a finales de los años 70, aunque esa influencia no siempre se haya desvelado explícitamente en sus libros (Savater, por ejemplo, es el que menos profundiza, en sus memorias, Mira por dónde -ed. Taurus, 2003-, en la importancia de Girard en su vida).
En el caso de Juaristi, Girard, además del tipo de influencia citada, tuvo una incidencia decisiva en su conversión al judaísmo. En sus memorias, tituladas Cambio de destino (ed. Seix Barral, 2006), nos aporta una pista interesante en este sentido. Queda claro también que su vinculación poderosa con René Girard se inició cuando su compromiso en pro del nacionalismo vasco ya afrontaba un declive definitivo:
"En 1979, y en una librería de Bilbao -cosa bastante rara-, encontré un libro recién editado por Grasset, Des choses cahées depuis la fondation du monde [traducido en castellano, en la editorial Sígueme, El misterio de nuestro mundo], que recogía una serie de entrevistas de dos psiquiatras, Oughourlian y Lefort, con un intelectual católico francés cuyo nombre ni me sonaba, René Girard. La impresión que su lectura me produjo fue tremenda y me costó reponerme de ella. Todo parecía estar allí explicado: el mecanismo de la violencia mimética, la elección arbitraria de víctimas propiciatorias en las situaciones de anomia, la función apaciguadora y fundacional de los sacrificios. Era como si ese libro me hubiera estado esperando, como si se hubiera escrito para mí (...). Me apresuré a comprar todo lo que se había publicado de Girard en España, que por entonces no era mucho. El único teólogo español que parecía haberle leído era Luis Maldonado, autor de un ensayo sobre La violencia y lo sagrado. Los científicos sociales ni lo citaban. Como se verá, la teoría de Girard tendría un peso decisivo en la nueva crítica del terrorismo que iba a surgir en los ochenta de las filas de los antiguos etarras e izquierdistas vascos".
En sus conversaciones con gente como Onaindía o Juan Aranzadi, la figura de Girard aparecía y reaparecía constantemente, de modo que el entusiasmo privado se fue ampliando, afectando a casi todo ese círculo de amistades. Siguiendo con las memorias de Juaristi, regresa a Girard para explicar su conversión a la religión hebrea:
"Desde finales de los setenta, Gabi del Moral y yo habíamos comenzado a interesarnos seriamente en el judaísmo. En mi caso, el interés lo había suscitado la lectura de Girard, un católico, y, en concreto, su interpretación del Libro de Job [La ruta antigua de los hombres perversos, Anagrama]. El aspecto antisacrificial del judaísmo me resultaba muy atrayente".
Ese aspecto antisacrificial que es propio del judaísmo (también del cristianismo, que es su directa prolongación. Girard suele unir ambas corrientes bajo el término 'judeocristianismo') tendría que ver con la defensa explícita que se hace en la Biblia de las víctimas, sobre todo en diversas partes del texto, como el de Job, los Salmos y algunos textos proféticos. En el judaísmo se daría un posicionamiento por aquello que siempre se excluye, por lo que se deja de lado, por aquello que 'sobra' y es separado del círculo de lo propio. La culminación de todo ello se plasmaría en los Evangelios, texto fundamental de la cultura occidental, en el que el punto de vista defendido es el de la víctima, en este caso crucificada.
Por su parte, un amigo de Juaristi, el ya fallecido Mario Onaindía, también relata en sus memorias, El aventurero cuerdo (ed. Espasa, 2004), lo decisivo que fue para su trayectoria vital e intelectual descubrir a Girard. El escenario fue una de tantas reuniones que se llevaban a cabo, por motivaciones políticas, en el País Vasco que transitaba del franquismo hacia la democracia. El discurso marxista, en sus diversas variantes, comenzaba a resquebrajarse y a abrir a su alrededor vías de comprensión diferentes. En una de esas reuniones, explica Onaindía, Aranzadi planteó la idea del chivo expiatorio, teorizada por Girard, como herramienta para entender la mecánica en la que se encontraba inserto el nacionalismo vasco. Como todo nacionalismo, aunque en este caso en su versión más explícitamente beligerante, el vasco recurría, en su defensa de una identidad excluyente, a la confrontación con una serie de chivos expiatorios en cuya destrucción se depositaba la posibilidad de reunificar las esencias diluidas y la unidad perdida de la comunidad mitificada. Es decir, se trataría en este caso del funcionamiento del mecanismo expiatorio en su nivel más tribal y, por tanto, más tosco y explícito. Para ello, en aras de legitimar los ataques contra los concretos chivos expiatorios de la patria vasca (policía, ejército, partidos políticos no nacionalistas, etc.), se erigía un sistema acusatorio que justificara la dirección de la violencia y la fuerza de las mismas. Onaindía quedó fascinado con la tesis de Girard:
"Me dediqué a comprar todos los libros que encontré de René Girard, y cada uno me pareció más perturbador que el anterior, como un thriller; me daba la impresión de que su pensamiento era capaz de explicar aspectos de la sociedad a los que el marxismo no llegaba y, por lo tanto, parecía complementarse con él. Si una teoría pretendía explicar las contradicciones entre distintos (la oligarquía frente a la burguesía nacional o la burguesía contra al proletariado), la otra se esforzaba en comprender las contradicciones entre iguales. Y los problemas en Euskadi no eran solo entre distintos, sino al contrario, mucho más entre iguales".
Lo que se entiende aquí es que la diferencia de partida, aquella que pretendidamente justificaría los conflictos (es decir, que estos vendrían motivados por esas diferencias, vistas como injusticias), sería en realidad una diferencia a posteriori, buscada y deseada por una de las partes en juego. La diferencia es lo que se busca, no de donde se parte. Contrariado ante una situación de igualación entre los nacionalistas y los que no lo son, la parte nacionalista pretendería excavar entre unos y otros una separación a todos los niveles (legal, cultural, física, etc.), y todo el proyecto político del nacionalismo vasco desde la muerte de Franco (y antes incluso) consiste precisamente en eso (Hitler también lo planteaba en esos términos. En su famosísimo aunque escasamente leído Mein Kampf, escribe que le molestaban más profundamente los judíos adaptados a la vida alemana que aquellos que vivían y vestían según su fe. Era la indiferenciación entre el ario y el judío lo que abominaba, y ya se encargó él de volver a hacerlos, a unos y a otros, diferenciables). La identidad y su defensa siempre es algo que implica una tensión, una agresividad con respecto a otros, que se perciben como amenaza a la propia manera de ser (aunque esa amenaza sea totalmente imaginaria), pero cuando todo ello se eleva a planificación política o militar es cuando se da el paso que va más allá de lo permisible en democracia. Nos adentramos ya, de lleno, en el terreno devorador del totalitarismo.
Juaristi se refiere a esta conversación, a la que también asistió Patxo Unzueta, en el restaurante Tres de Cáceres. Tras señalar que no sólo Aranzadi llevó la voz cantante, sino que él también dijo algunas cosas sobre Girard, Juaristi critica la asimilación de un pacifismo maximalista que llevó a cabo Euskadiko Ezkerra (partido en el que se enrolaron algunos de ellos, especialmente Onaindía). La crítica total (irreflexiva) del sacrificialismo pudo conducir, según Juaristi, a Onaindía y a su partido, a defender unas posturas de pretendida equidistancia que igualaban la violencia terrorista de ETA y la violencia de un estado que ya no era el dirigido por el general Franco, "repartiendo condenas morales a diestro y siniestro". No tomar partido entre dos posiciones para tratar de superar el ciclo de venganzas que se alimentan hasta el infinito, intentando no 'ensuciarse' con la violencia existente, nos acercaría más a Ghandi que a Jesús, referencia principal de las tesis de Girard. Mientras que Ghandi concede al sacrificio de la víctima unas virtudes expiatorias (recordemos su recomendación a los judíos de que se dejaran masacrar como vía para 'ablandar el corazón de la bestia' Hitler), Jesús sí que permite atenazar el devenir de la espiral de venganzas no dudando en intervenir cuando una víctima es sometida a abusos, como es el caso de la supuesta adúltera que va a ser lapidada (Juan 8, 1-11). Se interviene en la disputa, aunque sin recurrir a una violencia explícita. Caminar por la senda de Ghandi, es decir, no intervenir pero tácitamente aceptar una situación brutalmente asimétrica, ha supuesto no pocas contradicciones y problemas a determinados pacifismos del siglo XX y XXI, por su no oposición real a la violencia sacrificial.
En el caso de Juaristi, Girard, además del tipo de influencia citada, tuvo una incidencia decisiva en su conversión al judaísmo. En sus memorias, tituladas Cambio de destino (ed. Seix Barral, 2006), nos aporta una pista interesante en este sentido. Queda claro también que su vinculación poderosa con René Girard se inició cuando su compromiso en pro del nacionalismo vasco ya afrontaba un declive definitivo:
"En 1979, y en una librería de Bilbao -cosa bastante rara-, encontré un libro recién editado por Grasset, Des choses cahées depuis la fondation du monde [traducido en castellano, en la editorial Sígueme, El misterio de nuestro mundo], que recogía una serie de entrevistas de dos psiquiatras, Oughourlian y Lefort, con un intelectual católico francés cuyo nombre ni me sonaba, René Girard. La impresión que su lectura me produjo fue tremenda y me costó reponerme de ella. Todo parecía estar allí explicado: el mecanismo de la violencia mimética, la elección arbitraria de víctimas propiciatorias en las situaciones de anomia, la función apaciguadora y fundacional de los sacrificios. Era como si ese libro me hubiera estado esperando, como si se hubiera escrito para mí (...). Me apresuré a comprar todo lo que se había publicado de Girard en España, que por entonces no era mucho. El único teólogo español que parecía haberle leído era Luis Maldonado, autor de un ensayo sobre La violencia y lo sagrado. Los científicos sociales ni lo citaban. Como se verá, la teoría de Girard tendría un peso decisivo en la nueva crítica del terrorismo que iba a surgir en los ochenta de las filas de los antiguos etarras e izquierdistas vascos".
En sus conversaciones con gente como Onaindía o Juan Aranzadi, la figura de Girard aparecía y reaparecía constantemente, de modo que el entusiasmo privado se fue ampliando, afectando a casi todo ese círculo de amistades. Siguiendo con las memorias de Juaristi, regresa a Girard para explicar su conversión a la religión hebrea:
"Desde finales de los setenta, Gabi del Moral y yo habíamos comenzado a interesarnos seriamente en el judaísmo. En mi caso, el interés lo había suscitado la lectura de Girard, un católico, y, en concreto, su interpretación del Libro de Job [La ruta antigua de los hombres perversos, Anagrama]. El aspecto antisacrificial del judaísmo me resultaba muy atrayente".
Ese aspecto antisacrificial que es propio del judaísmo (también del cristianismo, que es su directa prolongación. Girard suele unir ambas corrientes bajo el término 'judeocristianismo') tendría que ver con la defensa explícita que se hace en la Biblia de las víctimas, sobre todo en diversas partes del texto, como el de Job, los Salmos y algunos textos proféticos. En el judaísmo se daría un posicionamiento por aquello que siempre se excluye, por lo que se deja de lado, por aquello que 'sobra' y es separado del círculo de lo propio. La culminación de todo ello se plasmaría en los Evangelios, texto fundamental de la cultura occidental, en el que el punto de vista defendido es el de la víctima, en este caso crucificada.
Por su parte, un amigo de Juaristi, el ya fallecido Mario Onaindía, también relata en sus memorias, El aventurero cuerdo (ed. Espasa, 2004), lo decisivo que fue para su trayectoria vital e intelectual descubrir a Girard. El escenario fue una de tantas reuniones que se llevaban a cabo, por motivaciones políticas, en el País Vasco que transitaba del franquismo hacia la democracia. El discurso marxista, en sus diversas variantes, comenzaba a resquebrajarse y a abrir a su alrededor vías de comprensión diferentes. En una de esas reuniones, explica Onaindía, Aranzadi planteó la idea del chivo expiatorio, teorizada por Girard, como herramienta para entender la mecánica en la que se encontraba inserto el nacionalismo vasco. Como todo nacionalismo, aunque en este caso en su versión más explícitamente beligerante, el vasco recurría, en su defensa de una identidad excluyente, a la confrontación con una serie de chivos expiatorios en cuya destrucción se depositaba la posibilidad de reunificar las esencias diluidas y la unidad perdida de la comunidad mitificada. Es decir, se trataría en este caso del funcionamiento del mecanismo expiatorio en su nivel más tribal y, por tanto, más tosco y explícito. Para ello, en aras de legitimar los ataques contra los concretos chivos expiatorios de la patria vasca (policía, ejército, partidos políticos no nacionalistas, etc.), se erigía un sistema acusatorio que justificara la dirección de la violencia y la fuerza de las mismas. Onaindía quedó fascinado con la tesis de Girard:
"Me dediqué a comprar todos los libros que encontré de René Girard, y cada uno me pareció más perturbador que el anterior, como un thriller; me daba la impresión de que su pensamiento era capaz de explicar aspectos de la sociedad a los que el marxismo no llegaba y, por lo tanto, parecía complementarse con él. Si una teoría pretendía explicar las contradicciones entre distintos (la oligarquía frente a la burguesía nacional o la burguesía contra al proletariado), la otra se esforzaba en comprender las contradicciones entre iguales. Y los problemas en Euskadi no eran solo entre distintos, sino al contrario, mucho más entre iguales".
Lo que se entiende aquí es que la diferencia de partida, aquella que pretendidamente justificaría los conflictos (es decir, que estos vendrían motivados por esas diferencias, vistas como injusticias), sería en realidad una diferencia a posteriori, buscada y deseada por una de las partes en juego. La diferencia es lo que se busca, no de donde se parte. Contrariado ante una situación de igualación entre los nacionalistas y los que no lo son, la parte nacionalista pretendería excavar entre unos y otros una separación a todos los niveles (legal, cultural, física, etc.), y todo el proyecto político del nacionalismo vasco desde la muerte de Franco (y antes incluso) consiste precisamente en eso (Hitler también lo planteaba en esos términos. En su famosísimo aunque escasamente leído Mein Kampf, escribe que le molestaban más profundamente los judíos adaptados a la vida alemana que aquellos que vivían y vestían según su fe. Era la indiferenciación entre el ario y el judío lo que abominaba, y ya se encargó él de volver a hacerlos, a unos y a otros, diferenciables). La identidad y su defensa siempre es algo que implica una tensión, una agresividad con respecto a otros, que se perciben como amenaza a la propia manera de ser (aunque esa amenaza sea totalmente imaginaria), pero cuando todo ello se eleva a planificación política o militar es cuando se da el paso que va más allá de lo permisible en democracia. Nos adentramos ya, de lleno, en el terreno devorador del totalitarismo.
Juaristi se refiere a esta conversación, a la que también asistió Patxo Unzueta, en el restaurante Tres de Cáceres. Tras señalar que no sólo Aranzadi llevó la voz cantante, sino que él también dijo algunas cosas sobre Girard, Juaristi critica la asimilación de un pacifismo maximalista que llevó a cabo Euskadiko Ezkerra (partido en el que se enrolaron algunos de ellos, especialmente Onaindía). La crítica total (irreflexiva) del sacrificialismo pudo conducir, según Juaristi, a Onaindía y a su partido, a defender unas posturas de pretendida equidistancia que igualaban la violencia terrorista de ETA y la violencia de un estado que ya no era el dirigido por el general Franco, "repartiendo condenas morales a diestro y siniestro". No tomar partido entre dos posiciones para tratar de superar el ciclo de venganzas que se alimentan hasta el infinito, intentando no 'ensuciarse' con la violencia existente, nos acercaría más a Ghandi que a Jesús, referencia principal de las tesis de Girard. Mientras que Ghandi concede al sacrificio de la víctima unas virtudes expiatorias (recordemos su recomendación a los judíos de que se dejaran masacrar como vía para 'ablandar el corazón de la bestia' Hitler), Jesús sí que permite atenazar el devenir de la espiral de venganzas no dudando en intervenir cuando una víctima es sometida a abusos, como es el caso de la supuesta adúltera que va a ser lapidada (Juan 8, 1-11). Se interviene en la disputa, aunque sin recurrir a una violencia explícita. Caminar por la senda de Ghandi, es decir, no intervenir pero tácitamente aceptar una situación brutalmente asimétrica, ha supuesto no pocas contradicciones y problemas a determinados pacifismos del siglo XX y XXI, por su no oposición real a la violencia sacrificial.
(texto publicado en el NICKJOURNAL)
8 comentarios:
«En el judaísmo se daría un posicionamiento por aquello que siempre se excluye, por lo que se deja de lado, por aquello que 'sobra' y es separado del círculo de lo propio.» Como broma no está mal. Recordemos, sin embargo, que la expresión chivo expiatorio procede precisamente de un ritual judío en que se excluye y se envía a la destrucción a una encarnación de aquello que 'sobra'. Eso sin entrar en el análisis que hace Mary Douglas de las leyes mosaicas sobre lo puro y lo impuro (señalando que los animales marcados como impuros son precisamente aquellos que resisten una categorización clara) y en la idea misma de un Pueblo Elegido que se contrapone a la masa de los no elegidos, los Goim. Con perdón, Horrach, hay que joderse.
Pues efectivamente, Alejandro, 'hay que joderse', porque la lectura que Girard hace de la cultura judía va más allá del Levítico y de sus maniáticas consideraciones sobre lo puro y lo impuro. Todo el que lo haya leído sabe que el Antiguo Testamento tiene no pocas cosas discutibles, pero sí que hay unas más salvables que otras, en la línea del desvelamiento del mecanismo sacrificial, como son el Libro de Job y otros textos de los profetas, o los Salmos. Según Girard, el AT es la propedéutica para el segundo, en el que se desarrolla la visión más antisacrificial que podemos encontrar en pasajes del AT. No se quede sólo en el Levítico y en otros pasajes discutibles para criticar la visión de Girard, que es más amplia.
saludos
A mí, así a bote pronto, sólo se me acuden Cesáreo Bandera y Alejandro Llano como autores españoles influenciados por la obra de Girard.
Lo que me resulta un poco sorprendente es que leyendo a Girard uno pueda convertirse al judaísmo más que al catolicismo, ya que como bien ha expuesto Vd, Sr. Horrach, los Evangelios (sobre todo la Pasión y Crucifixión) son, según Girard, la culminación del proceso (ya presente en el AT) de la revelación de la víctima innocente.
Cuelgo el debate que me ha ocupado con Al59 en el Nickjournal (intercalando algunas otras intervenciones):
[5] ↓ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 9:29:00 CEST
Es una solución: sacrificamos los pasajes que 'sobran' y los separamos del círculo de lo propiamente judío.
[21] Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 10:26:00 CEST
Es interesante ver lo que da de sí la teoría de Girard cuando se aplica a conflictos actuales y candentes. Un caso:
Walter Wink, a noted nonviolence theologian and author, concludes, in his "On Not Becoming What We Hate" (Sojourners Nov 1986) that when we use evil to fight evil we become that which we so hate. Wink has some interested points. Our call to World War II rallied around Hitler, the epitome of evil for the 20th century, but in the end the U.S. dropped 2 atomic bombs on civilian cities (not military targets) instantly killing tens of thousands of innocent people. "Observe your enemies, for they first find out your faults." writes Antisthenes (445 BC - 365 BC). In the guerrilla warfare of Vietnam, we saw bombs strapped on children and soldiers hiding among civilians. We mirrored the Vietcong tactics--the low point of which was the My Lai massacre where American soldiers brutally slaughtered an innocent village. In our passion to control crime, we implement capital punishment for murderers.
Once a person accepts violence as a legitimate means to reach an objective, regardless of the nobility of their intent, a dangerous precedence is crossed, not unlike a child playing with fire. If Wink's observations are true, then today's war against terrorism is particularly disturbing, because in our battle to strike out terrorism, we risk becomes terrorists ourselves. Rene Girard writes, "The resemblance between combatants grows ever stronger until each presents a mirror image of the other." Already hints of this transformation are underway. Fighting terrorism, the hidden amorphous enemy, requires more terrorist-like methods (suspension of civil liberties, torture, drone missile executions, CIA secret prisons, domestic wiretaps) to succeed.
[23] Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 10:29:00 CEST
Otro, más astuto:
Rene Girard has observed “The unique character of modern times is revealed in the fact that, in the competition for public opinion, the position of the victim is now the most desirable. It is no longer the ancient posture of a suppliant struggling to arouse pity, but a claim for legal and even extra-legal rights. This unique situation is a product of biblical influence.” Both Israeli and Palestinian advocates are guilty of claiming immunity from criticism through the sacral status of victimhood.
[90] ↓↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 14:55:00 CEST
Vamos a ver, Alejandro. Lo que estoy diciendo es que los Evangelios desarrollan una línea del judaísmo, que no es la única línea, pero sí la que ha sido desarrollada en el NT. ¿Eso quiere decir que el judaísmo en bloque es maravilloso y sublime? Pues no lo creo. Entiendo sus reticencias para con el judaísmo, pero creo que es mejor no analizar todas sus variantes como si se tratara de un único bloque.
[96] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 15:17:00 CEST
[90] A ver, Horrach: cabe decir 'me quedo con los datos que confirman mi visión y obvio el resto'. La cuestión es: ¿qué podemos esperar de un método así?
Observe que no hablamos de desarrollos marginales o volutas decorativas, sino de la Torah. Si la almendra del judaísmo no está ahí, los judíos llevan algunos milenios confundidos sobre ese punto.
En serio: si lo que queremos hallar son las raíces de una ética luminosa, que considere peor hacer el mal que sufrirlo y denuncie con su propia muerte la injusticia del linchamiento, nuestro hombre es Sócrates.
[99] ↓ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 15:24:00 CEST
Alejandro, ya sé que para usted Sócrates es una figura superior a la de Jesús. Para mí están a un mismo nivel (para Girard Jesús es superior a Sócrates). Una "ética luminosa, que considere peor hacer el mal que sufrirlo y denuncie con su propia muerte la injusticia del linchamiento" la representan ambos.
[102] ↓↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 15:31:00 CEST
[99] Con una diferencia importante: Sócrates saltó sin red. Murió de veras.
[113] ↓↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 16:24:00 CEST
Pues teniendo en cuenta el conocido "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", parece que Jesús también pensaba que él saltaba sin red...
[114] ↓↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 16:31:00 CEST
[113] Si así fue, sus biógrafos le hicieron un flaco favor cambiándole el final al cuento, forzando el happy end. Es cierto que esas palabras resultan desconcertantes. Son siglos de exégesis y siguen encajando mal en el relato.
[121] Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:02:00 CEST
Lo normal es desactivar la pregunta de Cristo remitiendo al Salmo 22, que comienza casi con las mismas palabras. Se sugiere a continuación que aunque el evangelista sólo cita el comienzo, Cristo rezó todo el salmo, el cual, una vez que se lee completo, lejos de ser un reproche al Señor se resuelve en una promesa de alabanza eterna (condicionada, eso sí: 'sálvame y te alabaremos yo y mis desciendentes').
Pero hay lecturas más rebuscadas. En la de Teofilacto de Ohrid, por ejemplo, es el pueblo judío el abandonado:
El que habla así por mí a Dios es el hombre crucificado, porque nosotros los hombres somos abandonados; pero El no lo fue nunca por su Padre. Oigamos, pues, sus palabras: "No estoy solo, porque mi Padre está conmigo" ( Jn 16,32), palabras que dijo también por los judíos y como judío que era, según la carne, y que pueden interpretarse de este modo: "¿Por qué has abandonado al pueblo hebreo hasta el punto que haya crucificado a tu Hijo?" Así como acostumbramos a decir alguna vez: "Dios me ha vestido, esto es, mi naturaleza humana"; así debemos entender como referentes a la naturaleza humana, o al pueblo judío las palabras: "¿Por qué me has abandonado?"Como quiera que sea, los comentaristas ortodoxos rechazan (como no podría ser de otro modo) tanto que Dios abandone a Dios (absurdo) como que Jesús y Dios sean entes distintos (razonable, pero contrario al dogma).
[127] ↓↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:23:00 CEST
Lo verdaderamente curioso es que los biógrafos hayan incluido ese fragmento que aparentemente va contra el sentido de su discurso.
Sobre la interpretación que tiene en cuenta el Salmo 22: lo lógico también habría sido que los biógrafos lo hubieran incluido completo, pues así se reforzaría su interpretación, ¿no cree? Pero no fue así. ¿Por qué incluir en el relato una frase que, en la forma incluida, abre un gran interrogante sobre el sentido de todo el relato en su conjunto?
[128] Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:31:00 CEST
[122] Es así. Pero tampoco hubo muchas opciones. Estaban los evangelios (y demás libros sagrados) gnósticos, correspondientes a un grupo minoritario y pronto escabechinado; otros, referidos sobre todo a la Infancia, que resultaban demasiado noveleros (aunque de hecho se tomaron de ellos multitud de detalles que no aparecen en los oficiales: el número y nombre de los Reyes Magos, p. ej.); otros que eran más bien compilaciones de dichos, sin marco narrativo; y, al fin, los cuatro que acabaron en la lista.
De éstos, retrospectivamente parece que el de Juan podría haber sido problemático, por ser distinto a los otros tres (contar otras cosas, contar las mismas de otra manera) y tener puntos de contacto con los gnósticos, pero sus méritos acabaron pesando más.
Por supuesto, que haya cuatro versiones de la historia, discrepantes en algunos puntos, es en sí un problema (una única hubiera sido más grata al gusto monoteísta, que tiene una sola Torah y un solo Corán) —pero echándole un poco de numerología (que si los cuatro elementos y tal) y sumiéndolo todo en una unidad mayor (el Nuevo Testamento) se hizo pronto virtud de este defecto.
[131] ↓↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:34:00 CEST
[127] Obligada: ¿cuál es la respuesta de Girard?
[132] ↓ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:34:00 CEST
Pues a mí me parece muy significativo que se escojan 4 vraiciones del mismo relato en lugar de uno solo. Tal vez sea circunstancial o casual, pero también podríamos entender que hay ahí algo, si me permiten, 'heideggeriano', en el sentido de que se interpreta que la verdad humana no puede ser unilateral ni absoluta, sino únicamente aproximativa.
[134] Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:35:00 CEST
'variaciones, no 'vraiciones' que parece traiciones...
[137] ↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:43:00 CEST
Entre otras cosas, recurre a argumentos de Simone Weil:
"Weil hace de la presencia de esta misma frase en los otros dos evangelios un signo manifiesto de su origen sobrenatural: para asumir el carácter naturalista de la muerte tan radicalmente como lo hace el texto evangélico tiene que basarse en la inquebrantable certeza de una trascendencia extraña a esa muerte" (El misterio de nuestro mundo, p. 266).
[138] ↓ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:45:00 CEST
[130] Respuestas hay unas cuantas. Pero no encajan. O hacen decir a la frase lo que no dice o es el resto del discurso el que empieza a parecer un pegote mítico, con el héroe justiciero que vuelve de entre los muertos (pero tampoco mucho rato: como de hecho los cristianos no tenían un líder resurrecto y triunfante, sino una fábula entretenida al respecto, la cosa quedó en que el Salvador regresó un ratejo, en presencia de unos cuantos convencidos, para probar que podía volver si quería. Pero como no quería o podía, se comprometió a volver más tarde, cuando tuviera más despejada la agenda —serían unas pocas generaciones, como mucho; y desde entonces, ya saben).
[140] ↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:48:00 CEST
[138]
El problema de cierto cristianismo histórico es que la causas de la divinidad de Jesús se depositan en la crucifixión: sería ésta la que diviniza, o permite divinizar, a Jesús. Pero según Girard el argumento es el opuesto: la divinidad es previa a la muerte, y ésta viene motivada por la anterior. La resurrección tendría un sentido más metafórico en este caso que real, pues implicaría la inutilidad del sacrificio para eliminar a Jesús, no un regreso peliculero de entre los muertos.
[143] ↓ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 17:49:00 CEST
Alejandro, ¿este mismo debate, o parecido, no lo hemos tenido ya en otras ocasiones?
[146] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:55:00 CEST
[132] También podríamos tener, entonces, cuatro apocalipsis canónicos, y otros tantos hechos de los apóstoles. Si, lo que también pudo pasar, hubieran sido tres Evangelios los elegidos, en vez de recurrir a los elementos, los autores del Canon habrían apelado a la Trinidad; si llegan ser cinco, tendríamos tantos como dedos de la mano, y así hasta donde queramos llegar. Como explica Lévi-Strauss, el hacedor de mitos hace bricolage más o menos hábil con las piezas que el azar le depara. Retrospectivamente, todo tiene que ser significativo y necesario —y acaba siéndolo, sí o sí.
[147] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 17:58:00 CEST
[143] Muy probablemente. Pero nunca es igual (ni se sabe cómo va a acabar).
[148] ↓ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 18:03:00 CEST
¿No le parece, Horrach, que la especulación sobre la verdad subyacente a la religión que uno haya elegido creer verdadera siempre resulta sospechosamente conforme con los valores del exégeta y los de su época? ¿No es más lógico pensar que no hay tal verdad original redescubierta: simplemente un grupo de memes replicándose, logrando de vez en cuando un cambio adaptativo afortunado que les permite sobrevivir o, en el mejor de los casos, cobrar nueva pujanza?
[149] ↓↑ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 18:08:00 CEST
Es muy posible eso que dice, Alejandro. A diferencia de Girard, no soy creyente sino agnóstico, y tengo en cuenta lo que usted dice. Pero resulta que aquí no estoy diciendo que se esté en posesión de la evrdad, sino en una ciert actitud sobre la verdad. Las cuatro variaciones del mismo relato podrían indicar eso segundo, en la misma línea del Talmud, que no elimina o borra las versiones que anteriormente se consideraron 'buenas'. Esa forma de entender la cuestión (muy socrática también, la verdad) es lo que me parece decisivo. No un contenido concreto que trate de expresar que la verdad es A y sólo A.
[153] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 18:25:00 CEST
[149] Yo creería que el sentido de la elección fue ése si la hubiera tomado, para entendernos, alguien de nosotros, educado en la idea perspectivista de que varias versiones suponen más datos y nos acercan más a la verdad, o al menos enriquecen el contenido. Pero colocándola en su contexto me parece un buen deseo anacrónico. Históricamente, los esfuerzos de los teólogos han estado encaminados, por el contrario, a forzar a las cuatro versiones a una concordia, sin subrayar nunca la diversidad que contienen, que es más bien un defecto de fábrica engorroso, sobre el que se prefiere no volver.
[155] ↓ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 18:32:00 CEST
No hace falta ver un punto de vista moderno en esta in terpretación, pues ya la tenemos en el propio Talmud, que no es precisamente un invento reciente, e incluso en determinados filósofos griegos, muy anteriores a la época de Jesús. Yo lo dejo como hipótesis... aunque como una hipótesis nada descabellada, que evidentemente se puede discutir, claro está.
[159] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 18:42:00 CEST
[155] Pero el Talmud, obra humana, no es la Torah, palabra divina; y es con esta última (con los añadidos conocidos: libros históricos, proféticos, sapienciales) con la que el Nuevo Testamento quiere hacer pareja. Los Padres de la Iglesia, con sus comentarios de las Escrituras, serían un paralelo más acertado del Talmud: en ellos sí se admite disparidad de opiniones y criterios.
[160] ↓ Escrito por: Blogger Horrach - 15 de abril de 2009 18:46:00 CEST
La relación del NT con la Torah está clara... pero no se trata de igualarlas, porque en el NT se pretende precisamente una superación del AT, una 'nueva alianza'. Hay analogías, pero no es lo mismo.
[163] ↑ Escrito por: Blogger Mandarin Goose - 15 de abril de 2009 18:54:00 CEST
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Muy interesnte aunque tal vez muchi tema para tan poco sitio. Es curioso como tres autores reconocen de manera disímil la influencia del común inspirador (lo cual puede ser porque o bien no se han dado cuenta, o porque como siempre lo que mas cuenta a la hora de la influencia no es tanto la fuente como el sustrato que recibe la influencia)
Total que en vez de discutir sobre el perfil de victimismo acabamos en el tema religioso (serán los años de influencia de los debates teológicos en las iglesias, que a la peña le tira el gusanillo de porfiar en la faculty of divinity). Lo de si encaja o no y si se interpreta, ya se sabe que la iglesia lo resulte de un plumazo (bueno, dos): esto fue así para que se cumplieran las escrituras o esto fue así porque es un grande et fortísimo misterio, amen. Ademas d los problemas de que a) los sucesos se escribieron años muchos años despues de que ocurrieran y no hay escritos contemporáneos al instante (notas, apuntes, diarios de los apóstoles, fotos con el blueberry...) b) si usted tiene cien testigos y les pide una declaración entrñá ciento un relatos diferentes, eso lo sabe cualquiera que haya tenido que lidiar con el tema, y si no que cuenten los abogados c) no sabemos en que medida los relatos originales fueron "pulidos" de forma mas o menos voluntaria y consciente por los recopiladores, transcriptores y supervisores para encajar aspectos y argumentos interesados que precisaban apoyarse en las escrituras. Porque si hasta los hadithis musulmanes fueron expurgados y "adaptados" a las necesidades de los gobernantes en su momento (por ejemplo se excluyó d la sunna todo lo aportado por mujeres familiares del profeta) no digamos lo que se ha meneado desde Vespasiano hasta aquí con los evangelios. Ni siquiera creo que se hicieran acotaciones con los evangelios coptos, que son los mas antiguos, conque imaginen con los manuscritos descubiertos ams recientemente
Ademas que no olvidemos que en modelo original mas cercano vestía saya, capa y gorro mitraico, y no podría desviarse mucho de su guión...
[164] ↑ Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 18:56:00 CEST
[160] Seguro. Lo que quiero decir es que en la Palabra de Dios (y por tal se tienen, cuando se hace el Canon, ambos Testamentos) no se admiten perspectivismos (que sí caben en la discusión teológica sobre las Escrituras). De hecho, ni siquiera se va a aceptar que ambos Testamentos disientan (lo que sería aceptar que Dios se contradice): todo el esfuerzo estará puesto en leer el Antiguo como un anuncio del Nuevo (interpretando muchas de sus figuras como prototipos de Cristo), y el Nuevo de modo que permita rescatar el Antiguo con una lectura nueva.
[167] Escrito por: Blogger Al59 - 15 de abril de 2009 19:03:00 CEST
Se habla mucho de la sofística, pero habría que estudiar en qué medida la exégesis bíblica ha marcado el estilo occidental. Te dan un texto que tiene que ser, además de verdadero, sublime y concorde con otros muchos más, y te las tienes que apañar para sacarle un sentido coherente que resulte aceptable tanto desde el punto de vista del dogma como de la adecuación con la verdad oficial (no revelada) del momento (la científica, pongamos). Un delicado encaje de bolillos que no desmerece de la labor de nuestros sufridos abogados.
Y la guinda de Dragut:
[217] ↑ Escrito por: Blogger Dragut - 15 de abril de 2009 21:19:00 CEST
[0]Caminar por la senda de Ghandi, es decir, no intervenir pero tácitamente aceptar una situación brutalmente asimétrica, ha supuesto no pocas contradicciones y problemas a determinados pacifismos del siglo XX y XXI, por su no oposición real a la violencia sacrificial.
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Frase que suscribo totalmente. Basta con ver lo que sucedió en las entreguerras y quiénes se hartaban de hablar de paz y de diálogo entonces y qué hizo cada cual. Baste pensar qué le habría sucedido al memo de Ghandi si en lugar de enfrentarse al "civilizado" imperio británico se las hubiese visto con Stalin o Hitler. No sabríamos hoy ni quién era; a la primera palabra lo habrían matado.
Leí las memorias de Onaindía y me impresionaron. Las de Juaristi, también, como casi todo lo suyo. Pena que no he leído nada de Girard. Las de Savater no las he leído. No es nada curioso que sea precisamente en un lugar tan católico y tribal donde sus pensantes entraran en la senda de preguntarse estas cosas. No es que en otros sitios no fuera posible, pero pensemos en cuál fue su caldo de cultivo: de iguales sacar distintos. Coincide esta estrategia nacionalista con la izquierda mítica y no democrática, afanada siempre en definir clases -que existen, ésa no es la trampa- con separaciones entre buenos y malos. Y los malos son siempre necesarios, siempre, porque sus actos y su programa son sólo viables como contrahorma de los malos. Sin ellos, todo su universo se extingue.
Muy buena y muy interesante entrada.
Jaimito,
Cesáreo Bandera y Alejandro Llano son dos buenos girardianos, sobre todo el primero, que además es amigo íntimo de Girard. Tuve la ocasión de conocerlo en julio del 2005 (a él y también a Girard) en un congreso en Alemania y me quedó muy buen recuerdo de su afabilidad y talento.
Pero a mí no me parece tan raro que Juaristi, vía Girard (no sólo Girard lo influenció, sino también Maccoby), se haya convertido al judaísmo y no al cristianismo. Recordar que el propio Girard no considera en realidad que sean dos religiones distintas, sino una y la misma. También dice, pero, que para entender verdaderamente el cristianismo hay que penetrar en la esencia de la cultura judía. Está muy de moda lo de decir que las claves del cristianismo prdoceden de oriente o de Egipto, pero de donde sale todo es del corazón mismo del judaísmo.
saludos
Muy interesante Horrach. Debería llevarlo al blog de SG. Saludos
Gracias, es usted muy amable, Navarth. A ver si luego me acuerdo de dejar el link en la nave del capitán Santiago.
abrazos
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