Enric
Marco se hizo famoso recorriendo escuelas, medios de comunicación e
incluso el Congreso de los Diputados, donde recreaba con efectivo
detalle sus penalidades en el campo de concentración nazi de
Flossenbürg. Durante años fue, como presidente de la Amical
Mauthausen, el estandarte de las víctimas españolas de Hitler, un
héroe de la dignidad. Luego el historiador Benito Bermejo descubrió
que no había pisado nunca un campo, sino que incluso había estado
en el puerto de Kiel ayudando a los alemanes como voluntario del
franquismo.
Jean-Claude
Romand fue durante 18 años investigador de la Organización Mundial
de la Salud. Era un médico prestigioso que se codeaba con los vips
del mundillo. Pero resultó no ser ni licenciado: no pasó de segundo
de medicina. Había vivido todo ese tiempo saqueando las cuentas
bancarias de todos sus allegados. Justo antes de que se descubriera
el fraude, asesinó a su mujer, a sus hijos y también a sus padres.
Sus tortuosas andanzas fueron retratadas por Emmanuel Carrère en el
fascinante El adversario.
A
diferencia de Romand, hombre insípido que se valió de su anonimato
para perpetrar su restringida ficción, el pucelano Fernando Blanco
ha escenificado su interpretación en la jeta de todo un país: en
los platós de televisión, en los periódicos, en las radios, en las
ferias (yo lo traté en la de Sencelles en 2010). Bajo el foco de
manera permanente, camelando a un auditorio de 46 millones de
asistentes. Coinciden Romand y Blanco en inventarse un cáncer como
recurso in extremis para diluir cualquier exótica
incredulidad.
Marco
instaló su farsa en circunstancias de un pasado tremebundo y lejano
que no era tan fácil poder constatar. Lo de Blanco es mucho más
comprometedor para todo el periodismo español, incluidos algunos que
ahora se pavonean por un acierto tras lustros de bochorno. Porque el
‘caso Nadia’ no empezó hace dos semanas con el calamitoso
reportaje de Pedro Simón, sino que han sido 8 largos años donde ha
fallado todo, básicamente la profesionalidad periodística, pero
también la letal sensiblería, ese untuoso mandamiento del buenismo
que es de obligada observancia a todas horas.
En
nuestra época lo verdadero no se construye con argumentos
aquilatados sino con emotividad cruda y victimismo. Tiene la razón,
y por tanto mayor éxito social, aquel que consiga quedar como más
víctima que el otro. Para esta operación es indispensable algún
escudo humano en forma de niño, mejor si está enfermo, o de
superviviente de una catástrofe natural o terrorista. Blanco ha
demostrado ser un farsante muy habilidoso, o tal vez simplemente se
ha beneficiado de los no sé si numerosos pero desde luego profundos
puntos ciegos del periodismo. Tuvo que aparecer en escena el mayor
desfacedor de entuertos de nuestra prensa, Josu Mezo
(www.malaprensa.com), para que tantos años de farsa y memez
comenzaran a desmoronarse.
Todos
los medios, baleares y nacionales, han fallado estrepitosamente. Este
es uno de los comatosos achaques generados por su metamorfosis en
prensa rosa-amarilla, en la asunción devota de lo lacrimógeno como
distorsionador precepto de su tarea. Extraviados en su afán
normativo de decirle al mundo cómo tiene que ser y lo que debe
pensar, elevando la trivialidad a la categoría de acontecimiento,
triturando a una clase política que no es mejor pero tampoco peor,
han olvidado cuál es su función antes que aleccionar y conmover:
informar.
(versión ampliada de la disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
(versión ampliada de la disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
6 comentarios:
¡¡Uuuufff!! cuánta razón en una frase "han olvidado cuál es su función antes que aleccionar y conmover: informar".
Me parece que años atrás ya intercambiamos algún comentario en este sentido. Creo que hablábamos de esos insufribles tertulianos que tan de moda están en tantas cadenas ya sea en programas rosas, críticos o informativos (por supuesto ninguno objetivo).
Salud!
En los 90 leí a Revel criticar a la clase periodística francesa por anteponer 'cambiar el mundo' antes que contar lo que pasa e investigarlo con el mínimo posible de sesgos. Aunque a veces Revel es un poco exagerado, es evidente que tenía razón, aunque si no recuerdo mal él se refería más como causa principal a la ideología izquierdista del personal, no tanto a esta pasión omnipresente por el buenismo que impide a periodistas, columnistas y tertulianos hablar con rigor sobre determinados asuntos, no sea que se les acuse de lo peor posible: carencia de sensibilidad por el dolor ajeno.
Lo curioso, querida Pens, es que en España, y concretamente en el diario en el que colaboro, no hay pocos periodistas de investigación con cierto nivel. Pero se ve que sólo se fiscaliza algo que de alguna manera tenga que ver con la trinchera política. Lo que permanece fuera, queda exento de cualquier análisis, al parecer.
un saludo, encantado de volver a verla por estos andurriales
Josu Mezo Aranzubía estudio en los Maristas en Bilbao con un servidor. Estaba justo detrás en la lista. Que coincidencia. Los periodistas deberían investigar y descubrir las mentiras, de quien fuese. Especialmente de los poderosos, de los grandes poderes facticos. Durarían horas en el periódico? Probablemente.
Menos mal que tenemos a su ex-condiscípulo, Darley. Malaprensa es una web imprescindible a día de hoy, cuando los periodistas en general, salvo alguna excepción, se han transformado en otra cosa...
Era necesario para la comprensión exacta del hecho, determinar el origen del sujeto, no vaya a ser que se confunda con un aborigen, cuando es sabido que la bendita tierra mallorquina (poner voz de super butano) nunca jamás ha dado ejemplares de tal calaña.
Me recuerda aquellos fabulosos titulares periodísticos : " Se hunde el Titanic, pero se salva uno de Bilbao" o "Matan a un negro en el Bronx con una navaja hecha en Albacete". Pero el mejor es el de esta mañana en el periódico independiente de la mañana: "Un camionero mata a 12 personas en Berlín...." ¡Un camionero dice ! Será un camión. O seamos precisos, la carrocería o el bloque motor o la banda de rodadura....
Querido no-Conde, ¿no le da vergüenza vestirse de lagarterana para venir a hundir irremisiblemente el coeficiente intelectual de este blog con sus invectivas propias del resentimiento nacionalista? Precisar su parentesco con el farsante es mi venganza por habernos endilgado a Baleares a este personaje, que primero delinquió en Menorca, luego en Ibiza y finalmente en Mallorca. Aquí ya tenemos el cupo de mangantes muy bien cubierto, no vamos a adoptar a los foráneos, no?, ya sería mucho vicio...
un abrazo
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