(artículo publicado hoy en El Mundo-El día de Baleares, p. 19)
El
tema sigue siendo tabú, pero todo el mundo conoce cuál es el lugar.
Me estoy refiriendo al suicidio, cuestión siempre sujeta a
prevenciones y miedos cervales, aquí y en todas partes, y al lugar
habitual en Mallorca para llevarse a cabo, como es el Cap Blanc.
Desde
hace muchos lustros, a partir del momento en el que comenzó a
estilarse esta práctica, todos conocemos a alguien que ha llegado
hasta ese punto geográfico de la isla para practicar su tentativa, y
en los medios de comunicación progresivamente abundan las noticias
al respecto. Y esto resulta relevante, dado el habitual tabú que en
la prensa ha experimentado esta cuestión, pues tradicionalmente se
pensaba que una noticia sobre un suicidio podía propiciar un efecto
de contagio que multiplicara los intentos. Con el tiempo comienza a
quedar claro que cualquier noticia puede estar sujeta al peligro de
la emulación, y que eso no supone un argumento lógico para su
prohibición.
El
último caso recogido en los medios de comunicación, acaecido hace
unas semanas, implicó a un vecino mío: un hombre de 47 años,
divorciado, al mando de un Mercedes. Recordamos principalmente el caso del
doctor Dalmau o del empresario Paco Lavao, aunque éste no saltó con
su coche, sino que lo dejó aparcado al lado de la carretera. Pero
han sido cientos los anónimos que han elegido este espectacular
barranco de Llucmajor como el último escenario de su existencia.
El
Cap Blanc es para los mallorquines lo mismo que el bosque de
Aokigahara para los japoneses: un lugar ritual en el que entregar la
propia vida. Llama la atención esa necesidad de buscar un lugar de
morfología concreta para llevar a cabo un acto de estas
características. En nuestro caso, un promontorio elevado desde el
que dejarse caer, entregándose a la abisal e inapelable fuerza
gravitatoria. El Mediterráneo al fondo, el horizonte ante los ojos,
última imagen que han recogido tantos ojos doloridos y ya sin
fuerzas. La entrega final que se funde con la naturaleza abrupta, el
regreso al inicio.
Resulta
curioso que un acto tan desesperado, tan fruto de un enorme
desarraigo existencial, necesite en estos casos llevarse a cabo en un
lugar fetiche, escenario habitual en decenas de ocasiones anteriores.
Es como si el suicida deseara, en su último acto vital, estar
arropado por una tradición agónica de hombres que le precedieron;
ser acogido de alguna manera, cuando realmente se está alejando de
toda forma de acogimiento. De esta manera, el individuo se escinde de
sus semejantes, pero siguiendo un modus
operandi generalizado.
Para
acabar, cabe resaltar que la mayoría de estos casos, los del Cap
Blanc y los del suicidio en general, están protagonizados por
individuos de género masculino. Recordemos que en este caso de la
autolisis los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres,
aunque paradójica y desconcertantemente resulta que ellas lo
intentan tres veces más que ellos. En parte este desnivel se explica
por el método elegido, que es mucho más expeditivo en el caso de
los hombres, pues dispararse, colgarse o lanzarse al vacío, etc.,
son tentativas menos reversibles.
4 comentarios:
El caso de mi vecino:
https://www.youtube.com/watch?v=hf8xtfYRwIk
Estimado Dr. von Horrach,
He de agradecerle en primer lugar que hace ya algún tiempo me pusiera sobre la pista de René Girard.Quizá no haya leído sus libros más brillantes pero su Achèver Clausewitz me puso sobre la pista de las relaciones franco-alemanas y así empecé a montar un blog que teniendo como principal pretensión la de ejercitarme en la traducción, no deja de llevarme por otros derroteros en los que el enigma de la violencia de una u otra forma siempre acaba apareciendo.
http://luisjpedrazuela.wordpress.com/
Esperando que lo encuentre interesante, un cordial saludo.
Luis J. Pedrazuela
Encantando de conocerle, Luis, bienvenido al subsuelo. Tenga por seguro que iré visitando su blog con periodicidad, me interesa la idea.
saludos
Juan Antonio
Interesante... Fíjese que el Cap Blanc para mí es un lugar de agradable visita y de ahí que me de por pensar que quienes allí se quitan la vida, simplemente buscan un hermoso lugar para dar fin a sus horrores.
Lo de los suicidios femeninos tiene clara explicación: nosotras buscamos llamar la atención más que morir y, seguramente, vosotros buscáis más el fin, el desprenderse del sufrimiento.
Pero bueno en fin, que bien elegido el lugar por bonito.
Saludicos pues!
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