viernes, 11 de enero de 2013

SUICIDIOS EN EL CAP BLANC

         
 (artículo publicado hoy en El Mundo-El día de Baleares, p. 19)
     El tema sigue siendo tabú, pero todo el mundo conoce cuál es el lugar. Me estoy refiriendo al suicidio, cuestión siempre sujeta a prevenciones y miedos cervales, aquí y en todas partes, y al lugar habitual en Mallorca para llevarse a cabo, como es el Cap Blanc.
Desde hace muchos lustros, a partir del momento en el que comenzó a estilarse esta práctica, todos conocemos a alguien que ha llegado hasta ese punto geográfico de la isla para practicar su tentativa, y en los medios de comunicación progresivamente abundan las noticias al respecto. Y esto resulta relevante, dado el habitual tabú que en la prensa ha experimentado esta cuestión, pues tradicionalmente se pensaba que una noticia sobre un suicidio podía propiciar un efecto de contagio que multiplicara los intentos. Con el tiempo comienza a quedar claro que cualquier noticia puede estar sujeta al peligro de la emulación, y que eso no supone un argumento lógico para su prohibición.
El último caso recogido en los medios de comunicación, acaecido hace unas semanas, implicó a un vecino mío: un hombre de 47 años, divorciado, al mando de un Mercedes. Recordamos principalmente el caso del doctor Dalmau o del empresario Paco Lavao, aunque éste no saltó con su coche, sino que lo dejó aparcado al lado de la carretera. Pero han sido cientos los anónimos que han elegido este espectacular barranco de Llucmajor como el último escenario de su existencia.
El Cap Blanc es para los mallorquines lo mismo que el bosque de Aokigahara para los japoneses: un lugar ritual en el que entregar la propia vida. Llama la atención esa necesidad de buscar un lugar de morfología concreta para llevar a cabo un acto de estas características. En nuestro caso, un promontorio elevado desde el que dejarse caer, entregándose a la abisal e inapelable fuerza gravitatoria. El Mediterráneo al fondo, el horizonte ante los ojos, última imagen que han recogido tantos ojos doloridos y ya sin fuerzas. La entrega final que se funde con la naturaleza abrupta, el regreso al inicio.
Resulta curioso que un acto tan desesperado, tan fruto de un enorme desarraigo existencial, necesite en estos casos llevarse a cabo en un lugar fetiche, escenario habitual en decenas de ocasiones anteriores. Es como si el suicida deseara, en su último acto vital, estar arropado por una tradición agónica de hombres que le precedieron; ser acogido de alguna manera, cuando realmente se está alejando de toda forma de acogimiento. De esta manera, el individuo se escinde de sus semejantes, pero siguiendo un modus operandi generalizado.
Para acabar, cabe resaltar que la mayoría de estos casos, los del Cap Blanc y los del suicidio en general, están protagonizados por individuos de género masculino. Recordemos que en este caso de la autolisis los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, aunque paradójica y desconcertantemente resulta que ellas lo intentan tres veces más que ellos. En parte este desnivel se explica por el método elegido, que es mucho más expeditivo en el caso de los hombres, pues dispararse, colgarse o lanzarse al vacío, etc., son tentativas menos reversibles.

4 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

El caso de mi vecino:

https://www.youtube.com/watch?v=hf8xtfYRwIk

Anónimo dijo...

Estimado Dr. von Horrach,

He de agradecerle en primer lugar que hace ya algún tiempo me pusiera sobre la pista de René Girard.Quizá no haya leído sus libros más brillantes pero su Achèver Clausewitz me puso sobre la pista de las relaciones franco-alemanas y así empecé a montar un blog que teniendo como principal pretensión la de ejercitarme en la traducción, no deja de llevarme por otros derroteros en los que el enigma de la violencia de una u otra forma siempre acaba apareciendo.

http://luisjpedrazuela.wordpress.com/

Esperando que lo encuentre interesante, un cordial saludo.

Luis J. Pedrazuela

Johannes A. von Horrach dijo...

Encantando de conocerle, Luis, bienvenido al subsuelo. Tenga por seguro que iré visitando su blog con periodicidad, me interesa la idea.

saludos

Juan Antonio

PENSADORA dijo...

Interesante... Fíjese que el Cap Blanc para mí es un lugar de agradable visita y de ahí que me de por pensar que quienes allí se quitan la vida, simplemente buscan un hermoso lugar para dar fin a sus horrores.

Lo de los suicidios femeninos tiene clara explicación: nosotras buscamos llamar la atención más que morir y, seguramente, vosotros buscáis más el fin, el desprenderse del sufrimiento.

Pero bueno en fin, que bien elegido el lugar por bonito.

Saludicos pues!

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