lunes, 27 de diciembre de 2010

RENÉ GIRARD CUMPLE 87 AÑOS. HAITÍ, VUDÚ Y SACRIFICIO

 I walked with a zombie (1943, Jacques Tourneur)

El mismo día de Navidad, René Girard cumple 87 años. Como especie de conmemoración a esta circunstancia, y por extensión a su legado intelectual, me referiré a una de esas noticias que de vez en cuando aparecen en los medios de comunicación y que sirven para algo sobre lo que nuestro mundo occidental permite escasas posibilidades: una verificación empírica de las teorías sacrificiales de Girard. Dado que en Europa, fruto de la democratización de sus formas políticas y del bloqueo (en gran parte, no totalmente) de sus mecanismos de exclusión y exterminio, resulta complicado encontrar casos tan grandilocuentes como los que pueblan tantos textos etnográficos referidos a sociedades tradicionales (o tantos libros de nuestra no demasiado lejana historia, dicho sea de paso), y por eso no hay más remedio que acudir a determinadas sociedades actuales cuyas características particulares permitan la aparición de casos relacionados directamente con el desencadenamiento del mecanismo sacrificial. Sociedades, por ejemplo, como aquellas que en el sur o en el centro de América muestran cómo colectivos, muchas veces indígenas, culpabilizan a determinados individuos (extranjeros, personas con deformidades, prostitutas, etc.) de situaciones conflictivas con argumentaciones inverosímiles. Procedentes de Guatemala, por ejemplo, hemos podido leer numerosos casos en los que colectivamente se linchaba hasta la muerte a personas acusadas vagamente de algo, a veces turistas (a los que se suele responsabilizar de robos o violaciones). En África también se producen sucesos de tipología similar, aunque en la misma Europa, si uno se fija, no dejan de darse algunos casos semejantes (lo que ha sucedido en Euskadi estas últimas décadas está, creo yo, por analizar desde una óptica girardiana. Y también de la periclitada Yugoslavia podemos aprender mucho), pero ha sido últimamente en la Haití destruida por el conocido terremoto del año pasado donde van proliferando culpabilizaciones de tipo expiatorio y también asesinatos sacrificiales. 

Primero fueron soldados de la ONU los acusados de haber extendido el contagio del cólera, siendo esta acusación un ejemplo perfecto de discurso sacrificial que en época de desorden y caos, como es la provocada por un terremoto que causó la muerte de miles de personas, pretende imponer un orden que se defina a partir de la demonización de un sujeto colectivo o individual, que es convenientemente estigmatizado para propiciar el proceso de uniformización que implica el mecanismo sacrificial. Para ello, Haití era una sociedad ideal a la hora de propagarse este discurso, teniendo en cuenta la desestructuración actual del país y su histórica consagración religiosa a la demoníaca magia negra (recordemos que el vudú es la religión nacional de este país). Los soldados de la ONU, por tanto, cumplían una de las premisas principales para convertirse en chivo expiatorio, pues se trata de individuos extranjeros. Más concretamente, se acusaba a los soldados nepalíes, es decir, a un colectivo que mundialmente no es precisamente muy representativo ni tampoco ostenta representación en centros de poder, con lo que el proceso de demonización podía desarrollarse sin excesivas trabas. Aunque, en definitiva, su condición de soldados de la ONU sí que interfirió en su seguro sacrificio si hubieran caído en manos de los perseguidores.

El recurso de los soldados nepalíes falló, pero la furia colectiva que busca la catártica expiación ha encontrado al fin un sustituto: los sacerdotes vudú. Curiosamente, aquellos mismos que han participado activamente en la promoción de la búsqueda de culpables sacrificables (el satánico vudú tiene mucho de adoración de un Adversario sagrado y ambivalente, capaz de lo peor y de lo mejor) han sido los que finalmente han representado ese rol para la población haitiana. De perseguidores, y también de propagadores de discursos persecutorios, han pasado a ser los perseguidos y liquidados por las masas a las que dirigían. Hasta 46, de momento, han sido los sacerdotes linchados hasta la muerte, cosidos a machetazos, en tierras haitianas. La furia sacrificial se desarrolla siempre siguiendo las pautas de cada caso, como son la situación concreta y la idiosincrasia de cada tierra, pues en suma siempre trata de adaptarse a las circunstancias de cada momento. Como decía Jünger en sus diarios, la pasión destructiva es 'nihilista', en el sentido de que tiene una gran facilidad para mimetizarse con las corrientes mayoritarias de cada época y lugar con el fin de seguir siempre la ola arrasadora de la historia. Lo esencial es menos el discurso que la voluntad criminal (crímenes, recordémoslo, siempre al servicio de la promoción de unanimidades).

En el caso de Haití podría discutirse que un sacerdote vudú no cumple con los requisitos de una víctima expiatoria, pues en este caso no se trata de un extranjero. A esto habría que contestar: primero, que la extranjeridad es una categoría muy preciada para el discurso sacrificial, pero no es necesariamente la única posible; y, segundo, que en muchas ocasiones es alguien que pertenece al mundo de lo propio, alguien de 'los nuestros', aquel que consigue mayores posibilidades catárticas para la comunidad con su sacrificio. La de los sacerdotes vudú es una situación que se asemeja a otra ya descrita en este blog (y en la obra girardiana, concretamente en La violencia y lo sagrado), como es el de los caníbales tupinamba, aunque en su caso el carácter propio de la víctima era algo 'fabricado' por la misma tribu brasileña (se trataba de enemigos capturados en el campo de batalla a los que se integraba totalmente en la comunidad). Sin embargo, otro caso que se parece más al haitiano es el que tiene que ver con los reyes sacrificados, en África y en otros lugares (la Francia de la Revolución Francesa sería el ejemplo más cercano y llamativo  para nosotros). Aquí el rey es una víctima propicia pues, aun siendo alguien 'privilegiado' y superior a sus súbditos (muchas veces funciona entre nosotros el estereotipo de que la víctima debe ser siempre alguien considerado como 'inferior', pero no siempre es así, ni mucho menos), mantiene con el resto de su comunidad una diferencia de grado absoluta. Es tan diferente a sus súbditos que, en determinadas condiciones, la diferencia que representa es la que lo convierte en alguien sugerente para la pira sacrificial. La diferencia es la clave, no únicamente si se trata de una diferencia que signifique inferioridad (que sería el caso, por ejemplo, de un mendigo, que se diferencia de la sociedasd 'por abajo, mientras que el rey lo haría 'por arriba'). La muerte del diferente es lo que más puede unir a la masa reunida alrededor del sacrificio, y una diferencia tan 'divina' como la del rey resulta en este sentido muy efectiva (la pega para llevarla a cabo, obviamente, es que el rey habitualmente ostenta los medios represivos que permiten evitar su muerte). Pues resulta que el caso de los sacerdotes vudú es exactamente ése: el de aquel que, perteneciendo al mundo de lo propio, siendo parte fiel de la identidad comunitaria, ostenta un rol tan diferente al común de los individuos que forman parte de la masa (en este caso, una masa enloquecida primero por el terremoto y después por la propagación del cólera), tiene unas connotaciones divinas de superioridad, que hace que su muerte violenta devuelva cierto orden al caos que preside la vida de los haitianos. Su sacrificio, desde la perspectiva de los sacrificadores, pretende erradicar también el desarraigo y la incertidumbre, reinstaurando las diferencias (bueno/malo, dentro/fuera, verdad/mentira, arraigo/desarraigo) que el caos había relativizado, definiendo la verdad comunitaria con un satánico círculo de sangre.

8 comentarios:

El Pez Martillo dijo...

Leí en algún periódico que por lo visto los investigadores han confirmado que el cólera lo trajeron los cascos azules nepalíes. Auqnue no es excusa ni atenuante para la violencia desatada por los haitianos, al menos les da cierta razón.

Por lo demás, ¿conoce usted la historia de los sucesos de Hautefaye (Francia) durante la guerra francoprusiana de 1870? En resumidas cuentas, todo el pueblo torturó hasta la muerte y se comió a uno de sus vecinos, supuestamente por haber expresado una opinión que ponía en duda la veracidad de la información que los periódicos ofrecían. Si no conoce la histria, creo que puede ser interesante de estudiar en clave girardiana.

Saludos.

koolauleproso dijo...

No me siento capacitado para comentar o añadir nada. Estaría bastante de acuerdo con las aseveraciones de tu "maestro", pero prefiero no decir nada al respecto que revele mi ignorancia. Eso sí, me llamó la atención el fotograma que ilustra la entrada. La maravillosa "Yo anduve con un zombie" es una de mis "pequeñas películas" favoritas. No hablo de las "grandes películas" las indiscutibles en que todos podríamos estar de acuerdo, las grandes obras de Hitchcock, John Ford, Fellini o Buñuel, si no de esas pequeñas obras realizadas en los márgenes de la gran industria cinematográfica (y encuadradas en lo que se ha dado en llamar serie "B") en los cuales Jacques Tourneur brilló con luz propia dignificando géneros "marginales" como con esta excepcional "Yo anduve con un zombie"

Johannes A. von Horrach dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Johannes A. von Horrach dijo...

Bueno, sobre el informe he visto que la propia ONU no le da ninguna validez. Y, en segundo lugar, resulta que fue encargado por el propio gobierno de Haití, y además a investigadores franceses. Teniendo en cuenta que al gobierno de Haití le interesa desviar las culpas de sus súbditos (me cuesta llamarles ciudadanos), y que Francia es la antigua potencia colonial haitiana, todavía con importantes vínculos emocionales con la isla, me parece que no es gratuito poner los resultados de este informe en cuarentena. Al menos hasta que algún organismo más independiente dictamine sobre el asunto.

En cuanto al episodio de la guerra francoprusiana, primera noticia, la verdad, no lo conocía, así que le agradezco mucho su contribución a la causa BPESTMS (Búsqueda de Pruebas Empíricas para Sustentar la Teoría del Mecanismo Sacrificial). ¿Sabe de algún libro en el que se trate esta cuestión? Ya sabe, si incluyo ese dato en la tesis siempre es mejor una cita delibro que referencias de otro tipo.

gracias y saludos

Johannes A. von Horrach dijo...

Incidiendo en lo del informe de las causas del cólera: resulta que la ONU realizó sus averguaciones, y todas dieron negativo. Vale que la ONU no es precisamente infalible y tiene sus intereses creados, pero de todo esto me chirría que, de entre todos los soldados de la ONU destacados, se otorgue la culpa a los nepalíes, que, como digo, no son un colectivo especialmente 'fuerte' a nivel mundial.

De todas formas, aunque se acabe contrastando la responsabilidad nepalí en todo esto, lo que está claro es que se ha tratado de algo totalmente inintencionado, y que si las tropas de la ONU están en Haití es para ayudar en las tareas de reconstrucción de un terremoto que destrozó al país. Tratar de liquidar a los nepalíes (recordemos que eso es lo que se intentaba hacer incluso antes de conocer los resultados del informe francés), tengan o no que ver en la transmisión del cólera, es un comportamiento sacrificial. La prueba es que la furia colectiva se ha redirigido contra los sacerdotes vudú, pues necesitaba un foco en el que canalizar su pulsión destructiva.

Johannes A. von Horrach dijo...

Koolau, esas película de Jacques Tourneur en las que suplía los pocos medios con una gran capacidad para la elipsis me gustaban mucho. 'The night of the demon' es, tal vez, mi favorita.

saludos

El Pez Martillo dijo...

La verdad es que del informe sólo leí el titular, no entré en los pormenores. En cualquier caso, es cierto que no quita ni pone nada al suceso y a la espiral desatada.

Respecto al episodio francés, recientemente ha salido un libro titulado "los caníbales", escrito por un tal Jean Teulé, que narra los hechos. Desconozco si es una simple narración novelada o una investigación más profunda (tiene pinta de lo primero, aunque lo lógico es que el autor haya investigado un poco el asunto).

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Como he señalado en anteriores ocasiones, un chivo expiatorio no tiene porque ser totalmente inocente de aquello que sele acusa, y los nepalíes podrían haber transmitido el cólera sin dejar de ser víctimas propiciatorias, pues, primero, se busca su muerte violenta y consciente por venganza, y segundo, en su muerte parecía verse (siempre es así en estos casos) una posibilidad de superación del caos de Haití, una recomposición de aquello que se salió de madre a partir del terremoto (aunque ya la propia sociedad haitiana ya ostenta de por sí unas características que la convierten en un buen ejemplo de sacrificialismo social).

Del caso framcoprusiano, investigaré. Ahora mismo no puedo, pues estoy de vigía justo al lado de son Espases, ya sabe, para evitar que Don Florentino aproveche la oscuridad nocturna para montar un nuevo chiringuito en estos terrenos (hoy Piña Valls señalaba que falta una farmacia... y una droguería, por lo del salfumán).

saludos

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