Fascinante e inaudito reducto es aquel al que llamamos biblioteca. Como algo concreto, es decir, como catálogo o recopilación de unas obras determinadas, y también como símbolo enciclopédico del conocimiento, como figura que en sí lleva la tensión de lo absoluto y el reflejo de la eternidad. El pensamiento es un lujo, algo que debe ser cuidado diariamente con meticulosidad; es una pequeña pero poderosa luz, siempre cultivada por una minoría, que se mantiene viva para guiar los caminos decisivos, aunque estos sean subsuelíticos. Borges escribió que la biblioteca justifica el universo, pero yo diría algo más: la biblioteca es el universo realmente existente, su centro absoluto.
Todo esto que digo viene a cuento de una exposición que se celebra estos días en París, en la que se presenta una serie de fotografías de las bibliotecas más imponentes de Europa realizadas por el fotógrafo turco Ahmet Ertug (reportaje de prensa). Tenía que ser alguien no europeo quien nos mostrara la cara de la Europa más deslumbrante. A la perenne simbología de la biblioteca añaden las aquí retratadas, que son de diversos tipos (públicas, privadas, conventuales), una extraordinaria fisicidad, la ingravidez de un aura que está más allá de los estragos del tiempo, lejos de las estériles conmociones de la historia. Los espacios retratados en esta exposición son cámaras sepulcrales cerradas a lo exterior, pero que en sí llevan la clave de aquello que permanece fuera, su secreto implícito. Ertug retrata esos interiores de belleza depurada y detallista con una frontalidad que permite realzar su suntuosidad. La biblioteca del Trinity College de Dublín, por ejemplo: qué ejemplo de sublime elegancia en sus formas y volúmenes, qué belleza la de sus líneas geométricas. O la biblioteca de la abadía de Waldassen, en Alemania. O la biblioteca benedictina de la también alemana abadía de Metten. La del monasterio de Wiblingen. La Nacional de París o la de la Universidad de Salamanca. ¡Qué travellings más sublimes podría realizar a través de estos espacios el Alain Resnais de L'Anné dernière à Marienbad!
"La Biblioteca existe ab aeterno (...). El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrina para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios (...). Sospecho que la especie humana está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta" (Jorge Luis Borges, La biblioteca de Babel).
Todo esto que digo viene a cuento de una exposición que se celebra estos días en París, en la que se presenta una serie de fotografías de las bibliotecas más imponentes de Europa realizadas por el fotógrafo turco Ahmet Ertug (reportaje de prensa). Tenía que ser alguien no europeo quien nos mostrara la cara de la Europa más deslumbrante. A la perenne simbología de la biblioteca añaden las aquí retratadas, que son de diversos tipos (públicas, privadas, conventuales), una extraordinaria fisicidad, la ingravidez de un aura que está más allá de los estragos del tiempo, lejos de las estériles conmociones de la historia. Los espacios retratados en esta exposición son cámaras sepulcrales cerradas a lo exterior, pero que en sí llevan la clave de aquello que permanece fuera, su secreto implícito. Ertug retrata esos interiores de belleza depurada y detallista con una frontalidad que permite realzar su suntuosidad. La biblioteca del Trinity College de Dublín, por ejemplo: qué ejemplo de sublime elegancia en sus formas y volúmenes, qué belleza la de sus líneas geométricas. O la biblioteca de la abadía de Waldassen, en Alemania. O la biblioteca benedictina de la también alemana abadía de Metten. La del monasterio de Wiblingen. La Nacional de París o la de la Universidad de Salamanca. ¡Qué travellings más sublimes podría realizar a través de estos espacios el Alain Resnais de L'Anné dernière à Marienbad!
"La Biblioteca existe ab aeterno (...). El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrina para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios (...). Sospecho que la especie humana está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta" (Jorge Luis Borges, La biblioteca de Babel).
18 comentarios:
O la imperfecta bibliotecaria:).
Las grandes bibliotecas son las de las alturas peligrosas, angostos pasadizos dignos del mejor funámbulo; la misma cautela y tino que exigen las obras que sostienen.
Tan distinto de algunas escaleras de aluminio y estantes más propios de albaranes que de la alta cultura...
Ahmm, lo dijo Novell, que no el bibliotecario del R Llull (uib) :)
Horrach: Por si eramos pocos, Argullol en EP, 'La biblioteca del demonio'.
Pues no encuentro el artículo de Argullol, Verle, ni en su blog ni en El País. ¿Es hoy que sale?
saludos a los tres
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Creo que la primera foto es la de la biblioteca del sr pez martillo, cierto?
José Manuel.
Gracias, Verle. Me confuncí buscando en El País, pues no miré la sección de Opinión y sí la de Cultura.
José Manuel, carece usted de modales. ¿Cómo puede decir que sólo la primera imagen pertenece a la biblioteca del amigo Pez, cuando resulta que son las cuatro fotos al completo las pertenecientes a su legado bibliotecario?
saludos
Estimado Horrach,
Ya ha abierto La Biblioteca de Babel, esa librería-cafetería-enoteca, obra del mismo vallisoletano que montó Literanta.
Saludos,
NS
Hombre, muchas gracias por el soplo. Literanta seguirá siendo mi librería de referencia, pero La Biblioteca de Babel será la segunda, aun sin haberla visitado todavía.
Creo recordar que el vallisoletano citado era también filosofero, ¿verdad? ¿José Luis Martínez era (es) su nombre?
saludos
Exacto, filosofero y bon vivant. ¡Qué tío estupendo! La sección de filosofía está cuidada, y eso que aún faltan muchos libros -eso me dijo José Luis.
Saludos,
NS
Bona entrada Toni! Unes fotos fantástiques!
Ah! A mi no crec que en vegis més per Literanta, tal vegada el 2030, quan m'arribi algún dels llibres que vaig demanar ja fà més de sis mesos. A la llibrería de'n José Luís, a la primera visita, vaig trobar la primera introducció de tu ja saps què.
Abraçades.
Pues jo amb Literanta no tenc pegues. Tot lo que deman m'ho solen dur, i lo que no, pues no arriba perque està descatalogat (demanant'ho per altres llibreries me passa lo mateix). Lo d'en Kant ja saps que me va arribar allà.
saludos
Ya es casualidad! Acabo de traducir el libro ese de la biblioteca de Hitler. Supongo que saldrá en octubre.
Un saludo,
MJB
¡Caray, Marc, pues sí que es casualidad! Le eché el ojo al libro que acabas de traducir hace semanas, cuando leí un artículo sobre él en El País (creo que firmado por Jacinto Antón). Como el primer lector de esta obra en castellano, ¿puedes comentar alguna cosa sobre su contenido que estimule (más) a hacerse con él?
saludos
Antón y Argullol han resumido bastante bien el meollo del libro. Se podría destacar también que el hilo conductor del ensayo es el texto de Benjamin "Desembalando mi biblioteca": en las trazas de lectura de Hitler (marginalia, subrayados..., y también en las dedicatorias) Ryback trata de seguir el rastro de la vida y la formación de Hitler, en busca del coleccionista que pervive en sus libros. Aparte de la curiosidad de saber los libros que leía Hitler, es interesante observar cómo los leía, cómo esta lectura influía en su vida y, viceversa, cómo sus prejuicios influían en su lectura. Juego complejo, de influencia recíproca entre vida y lectura, que se plasma en la forma del ensayo de Ryback, viaje de ida y vuelta entre las lecturas de Hitler y los episodios de su vida en los que éstas se enmarcaron y "marcaron".
En todo caso, si te interesa el libro, te recomiendo que esperes a que salga la traducción.
Saludos
Eso haré, Marc, quiero leer este libro. ¿Pero cuándo aparecerá la traducción?
Supongo que en octubre, Horrach.
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