lunes, 4 de diciembre de 2017

EPÍSTOLA III A LOS BALEARENSES


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Queridos hermanos, os habla vuestra inspirada lideresa Francina. Acoged mi palabra en estos tiempos de tribulación, ahora que se acerca la Natividad del Señor. Es la tercera misiva que os envío, pero tenéis que reconocer que no sois un pueblo especialmente considerado con las leyes divinas: así, es preciso reiterar la prédica para convertiros en santos por Cristo Dios. Quiero que sepáis qué clase de batalla estoy librando para salvar vuestras almas siempre en peligro de descarriamiento. Ya me traicionasteis hace un tiempo idolatrando a Trismegisto Bauzanis, pero si hacéis “acto de constricción” (Paulo Ecclesias 6, 21) seré generosa y así podréis ir en paz con mi boleto plebiscitario en la mano.
Caminemos juntos por el camino del amor, asidos a la fe retroprogresista, anatemizando a los que se decanten por la impureza. Revestíos de virtudes sacras: aceptad el uso del biciclo, huid de los festejos con bóvidos de lidia, abonad el eco-óbolo. Y, como exige nuestro hermano el viejo taumaturgo Pujolis, la lengua catalina debe ser el camino, la verdad y la vida. Y si no lo entienden así los filisteos con bata de nuestros sanatorios balearenses, el látigo de Jehová caerá sobre sus cabezas. Guardaos de la falsa circuncisión de aquellos sepulcros blanqueados que hacen ver que están con el Pactus pero que en verdad conspiran contra él con sus discursos especiosos. Como el felón Pedro, que ha caído en desgracia a mis ojos, siendo reemplazado por el prócer Junquerus, pródigo en lágrimas y ahora cautivo de los romanos.
La palabra del Processus no nos ha bendecido como sus profetas anunciaban, pero eso es responsabilidad de Hispania, ese Leviatán que nos zarandea inicuamente y que desea saquear nuestros tesoros. La causa del evangelio consiste en la abolición del autoodio, y como dice nuestro añorado arúspice, “la DUI os dejo, la DUI os doy” (Puidemontis 15, 9). No es una falsedad que no haya abierto la boca contra el Cupus vascongado, como me recrimina algún fariseo en el ágora. Bien es cierto que nos perjudica, pues divide nuestra recaudación, pero sin duda la envidia es más esplendorosa que la justicia, de ahí mi caritativa mirada hacia el acuerdo del Conciertus Economicus, que un día cambiará de manos y santificará nuestras arcas. Recordad que cuando voy a Hispania obtengo réditos, y ahora serán menos onerosos vuestros peregrinajes allende los mares, con un ahorro que podríais destinar justamente a mi botica inquense.
Que vuestro espíritu sea custodiado por la parusía de mi futura victoria contra los sediciosos peperenses y los facciosos ciudadinos que os confunden. Que la gracia de nuestro Señor Junquerus esté con todos vosotros. Por el Pactus, el Cupus y la sardana, amén. Podéis ir en paz.

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