jueves, 21 de septiembre de 2017

PROGRAMAS (ELECTORALES) TRAMPA


(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Si no fuera porque estudié a Freud y Girard, y por tanto conozco cómo funcionan los psicológicos mecanismos de proyección que conducen a quien los padece a denunciar en otros aquello que sufren de raíz, me sorprendería escuchar a tanto supuesto defensor de las esencias democráticas justificar golpes de Estado e infinidad de delitos cometidos por la Generalitat de Catalunya. Tanto criticar a Trump, sobre todo un Cort que lo declaró persona non grata, y resulta que son sus más fieles discípulos: noticias falsas cada hora y ataques con napalm a la división de poderes. Enhorabuena, campeones.
Hemos tolerado durante demasiados años que se fuera incubando, no sólo en Cataluña sino también en nuestras escuelas y medios de comunicación en Baleares, un huevo de la serpiente que cada día se parece más al de la Europa de los años 30. Se ha ido inoculado un supremacismo evidente en una parte de la sociedad, y ahora vemos las consecuencias de tanta irresponsabilidad. Pujol sabía muy bien lo que hacía desde 1980. Los nacionalistas y una preocupante parte de la izquierda se ha batasunizado ya sin caretas, con Otegi de estandarte, y ahora viene lo peor: violencia explícita y una declaración unilateral de independencia. O sea, un golpe de Estado estilo Tejero. Que todavía algunos pretendan engañarse dice mucho de cómo nos ha podrido las entendederas nuestro infantilismo buenista.
Aquí no nos quedamos cortos. La conselleria de Cultura, más revuelta que la cama de los Clinton, perpetrando ayer infames llamamientos en favor de la ilegalidad desde su cuenta oficial de Twitter. Pero no olvidemos lo de Més. ¿De verdad alguien todavía pensaba que no eran independentistas? Eso no es delito, aunque hayan engañado a más de 20.000 electores hace dos años en las autonómicas con el fin de incrementar sus apoyos, en un caso de fraude electoral del que, si tuvieran decencia, deberían pedir disculpas. También en Cort, porque ni ellos si sus socios de gobierno llevaban en sus programas el derribo del monumento de Sa Feixina, pero no fue óbice para que lo elevaron a sacrosanto problema de la ciudadanía. Una cosa es que no se cumplan ingenuidades, como acabar con el paro, y otra este fraude político en toda regla.
Pero lo peor es que ahora, en su melopea irresponsable, apoyen enfáticamente golpes a la legalidad, solidarizándose con los delincuentes. ¿Diálogo? Muy bien, pero con todos los delincuentes. Hablemos con asesinos, violadores, defraudadores. No ‘judicialicemos’ problemas políticos, ¿verdad que sí, Abrilet? Ah, no, que hay delitos de primera y otros de segunda. Parts i quarts, el totalitarismo de hoy y siempre, defendido por los que nos llevan perdonando la vida desde hace demasiado tiempo.

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