lunes, 20 de junio de 2016

DIARIO SUBSUELÍTICO


 (disección de hoy en versión maxi. La mini, en las páginas de El Mundo-El Día de Baleares)

Lunes: Inglaterra gana a Sri Lanka las series (tras partidos: dos victorias, un empate) de test cricket. Tras el varapalo sufrido a manos de los míticos Sangakkara y Jayawardena hace dos años, la antigua colonia ceilanesa ha sido reducida. ¡God save the Queen!

Martes: decía Lenin que hay semanas en las que pasan décadas, pero también décadas en las que no pasa nada. No sé qué es mejor.

       Miércoles: se detectan nuevas ondas gravitacionales, otra vez con la participación de la UIB, que muestra más nivel en cuestiones científicas que filológicas. De nuevo, dos agujeros negros generaron en su proceso de fusión unas ondas que han tardado 1400 millones de años en llegar a la Tierra. Pero estas hazañas del conocimiento no sirven para echar fuego a las pasiones antagónicas, así que poco caso les hace la prensa.
En la línea sectaria de ciertos comportamientos de nuestra universidad (los relacionados sobre todo con el Departamento de Filología Catalana), otro organismo que pagamos entre todos, IB3, sigue ninguneando las iniciativas de la Fundació Jaume III, Sa norma sagrada incluida. Lo último tiene que ver con el veto a formar parte del Consejo Asesor del ente. Siempre en beneficio de una OCB (es la única entidad con doble representación en este consejo) que se ha hecho millonaria con las ayudas de los diversos Pactes y sobre todo de la Generalitat catalana.
Pasan los años, me acerco a la cuarentena, y hay cosas que no cambian: sigo siendo un discapacitado vital. Y melodramático. Para celebrar mi ramillete de fracasos, releo El libro del desasosiego de Pessoa, una de mis obras referenciales, sutilísima y desarraigante. También los diarios de Kafka, donde habla de una “lepra interna” para aquellos que son, como decía Robert Graves, embajadores del otro lado. Hay inadaptaciones que son ontológicas, no dependen de circunstancias cotidianas. Regreso también a Bachelard (El agua y los sueños) con motivo de la simbología disolvente y mortífera del agua, ahora que vivir empapado, sea por capfico en el mar o en una piscina o por sudor criminal, será nuestra opresiva naturaleza hasta octubre. 
 
Jueves: asesinato de la diputada laborista y europeísta Jo Cox en Yorkshire. La trampa del Brexit y las soluciones mágicas, o de como el “homo sapiens demens” (Edgar Morin), en concreto los más frágiles y mediocres de nuestra especie, acuden fielmente al delirio identitario para consagrarle ofrendas sacrificiales. En la clave más sectaria posible, buscan sentirse justificados, ser alguien mediante la negación del otro.

        Viernes: los Swans de Michael Gira sacan nuevo disco, The glowing man, punto final a su tetralogía de la catarsis (My father will guide me up a rope to the sky en 2010, The seer en 2012 y To be kind en 2014). Música subsuelítica por antonomasia, y es que Gira es un primoroso taumaturgo de la tiniebla, en la línea batailleana de que la oscuridad no miente. Parece la banda sonora del apocalipsis que preside nuestra actualidad. Aunque en esos casos nunca entiendo muy bien si estamos ante una catástrofe real (aunque la confluencia de desastres y peligros no es poca: populismo, cleptocracia, Trump, yihadismo, deuda, refugiados, Brexit, Leticia Sabater) o una llamada, un encariñamiento suicida con ella, una pulsión que se generaliza en las sociedades opulentas cuando necesitan intensidades inflamables para huir del hastío.

           Sábado: cuatro accidentados graves en un rally cerca de Calvià. Un ejemplo del incivismo ambiental, aunque en este caso, cosa rara, los que han pagado un precio muy alto son los directos irresponsables y no inocentes que pasaban por allí. Abunda la simpleza, como recordaba Ramón Aguiló Obrador la semana pasada en estas páginas, de que 'la autoridad' es una aguafiestas a la que debemos tomar el pelo todo lo posible. Divertirse ante todo. Sólo aprendemos con el daño. A veces, ni así.

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