lunes, 25 de enero de 2016

LA NADA NADEA



(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Vuelve la anhelada paz cultural. Els Escriptors regresan a los premios Ciutat de Palma, fruto de una poética transacción: dejamos de haceros el boicot si aceptáis nuestro boicot a las obras escritas en la tóxica lengua castellana. Tenía razón Einstein: el boicot ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. La cuestión es instalarse en la forma de apartheid más oportuna, porque una posición equilibrada (la bilingüe, en este caso) es una trampa posmoderna para confundirnos. Elegir está por encima de nuestras posibilidades, mejor solicitar amparo a nuestro cuatribarrado ejército de futuros Nobel. Sin duda debe primar la calidad antes que la cantidad, por eso esta edición unilingüe y deluxe de los premios de poesía y novela ha reducido los manuscritos presentados de los 194 de 2015 a sólo 27.
No sé por qué siempre nos comparamos con Sicilia, aunque sea en descafeinada versión “sin tiros”, porque viendo el panorama balear y el de Cataluña tal vez sea hora de invertir la analogía: ¿No serán ellos los que se parecen a nosotros? Recordemos que Sicilia fue dominada mucho tiempo por la Corona de Aragón. Quién sabe si los antepasados de los entrañables Provenzano y Riina aprendieron sus hábitos de algún conquistador con barretina.
Pero no se crean que los boicots son algo exclusivo de nuestro corral, porque a nivel nacional también se van instalando como modus operandi de la enémisa reedición del cervantino patio de Monipodio que es nuestra política. Me refiero a las exigencias respecto a referendos unilaterales que dejen sin votar a la mayoría de la población. Recordemos que no se trata de un asunto de índole puramente municipal, como sería la construcción de un polideportivo o la ubicación de una depuradora, sino de un tema que afecta a la soberanía nacional.
¿Cómo casa con la masajeada defensa de la igualdad permitir que un colectivo privilegiado decida por su cuenta si se queda o se va? Imaginemos a los millonarios de Son Vida (un ejemplo que de vez en cuando saco a estirar un poco las patas) exigiendo un referendum sobre la conveniencia de seguir o no en el municipio de Palma, sin que las clases bajas de La Soledad y Son Gotleu podamos decir ni pío.
Para solventar estos disensos, algunos han dado con la piedra filosofal: un Ministerio de la Plurinacionalidad. Si la melopea sigue in crescendo, me pido un heideggeriano Ministerio de la Pregunta por el Ser. Para así prestigiar nuestra costumbre favorita: que la nada pueda nadear a pierna suelta.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails