(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Durante
los tres años que trabajé en un centro de rehabilitación de
alcohólicos, escuchando sus siempre terribles y a veces
divertidísimas peripecias vitales, tenía claro que la realidad
acostumbra a vapulear las ínfulas de la ficción. Ahora ya no
trabajo allí, pero me queda al menos el LSD catalán para ir
tirando.
¿Saben
que en el mundo hay más de una CUP? Aquí la CUP es una peña muy
cachonda y esperpéntica-esquizoide, capaz de liarlo todo en base a
unos supuestos principios, cocinando un empate inverosímil en
asambleas que contaban con el rey de la farsa (Enric Marco), para
acabar cediendo ante los restos de la Convergencia cleptómana y
xenófoba, sacrificar a dos de sus diputados-rehenes, con el showman
Baños dimitiendo por defender lo que dijo que jamás haría y al
poco pedir su reingreso en el manicomio, y ayudando a Mas con un
revelador “lo que las urnas no nos dieron directamente se ha
tenido que corregir a través de la negociación” (!). Era
inevitable que el derecho a decidir, o sea, que sólo vote una parte
del todo, acabe derivando en una siniestra democracia retocada,
porque los votantes no saben lo que hacen, pubrets. En fin,
que seguimos muy lejos de países aburridos como la Perfecta (que no
Pérfida) Albión, donde su CUP son las siglas nada menos que de la
Cambridge University Press. Así les va.
Nunca
había quedado tan claro que Cataluña no puede ser más española y
carpetovetónica. Casi diría que es un reducto privilegiado de la
Leyenda Negra si no fuera porque hay mucha competencia en acaparar
esos méritos. En Pujolandia, los genios del Institut Nova Història,
aquellos humoristas que inventan orígenes cuatribarrados a
Cervantes, Da Vinci o Santa Teresa de Jesús, han tomado
decididamente el poder para escribir un guión político que explora
insólitos territorios de la demencia. Al final van a conseguir lo
que querían (no redistribuir renta al resto de España), y sin
necesidad de Concierto económico: hundiendo la economía de Cataluña
hasta los niveles de Somalia. Huyen decenas de empresas y La Caixa ya
tiene pie y medio en Palma. Original fin del expolio...
Anestesiados
durante décadas bajo la trampa saducea del Seny, al fin nos hemos
librado de vacilaciones timoratas para adentrarnos intrépidamente en
la historia. Historia del delirio, pero algo es algo. Ahora que todos
hablan de líneas rojas, Tarradellas marcó la esencial: “todo
menos el ridículo”. Descanse en paz, Tarradellas, el Seny y
Cataluña. Hola doctor, no le haga daño a mi pobrecito Norman.
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