lunes, 23 de marzo de 2015

ECLIPSES ECLIPSADOS


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

El (no)eclipse ha sido la (no)noticia de la semana. El eclipse eclipsado por unas nubes con afán de protagonismo. Cuando hablamos de eclipses estamos ante algo que no existe por sí sino como conexión azarosa de dos elementos. Es como el desarraigo, que no es más que carencia de arraigo, el fracaso de un proyecto. Todo eclipse lo es de algo: de luna, de sol o de Dios, como decía Martin Buber. Señala algo coyuntural, pero metafóricamente puede ser sujeto. Así eclipse podría ser Dios (siempre oculto), la nada del Ser, la verdad (escurridiza para todo discurso), incluso cualquiera de nuestras vidas.
Lo oculto puede ser lo mas interesante; su condición elusiva despierta nuestro sentido interrogador, pero también la angustia. Si “el exceso de luz ciega” (Pascal), la falta de claridad es un estímulo para buscar y proyectar. Pero la búsqueda más apasionante ya no sería la de lo que queda oculto (porque puede desocultarse), sino de aquello que es lo absolutamente oculto, la eclipseidad misma nunca desvelable. No hablo de religión, sino de filosofía. Ya saben, esas cosas que, al decir de Wert, distraen de lo esencial.
Ante estos eventos siempre pienso en Tintín y Kawalerowicz. Me refiero primero a esa historia de Hergé, El templo del sol, en la que su célebre creación, junto al capitan Haddock y el perro Milú, al rescate del profesor Tornasol llegan hasta el Perú, donde son capturados por unos supuestos incas y condenados a muerte, salvando la vida por un oportuno eclipse de sol que desconcierta a los victimarios. Si el sol siempre ha tenido divinas connotaciones apolíneas, de éxtasis vital, su súbito ocultamiento debía producir, sobre todo en culturas antiguas que no entendían el hecho, una conmoción absoluta, una vampirización espectral.
En cuanto a Jerzy Kawalerowicz, fue el director polaco de una curiosísima película sobre el Antiguo Egipto, Faraón (1966), donde los sacerdotes se sirven hábilmente de otro eclipse para aterrorizar a los rebeldes, haciéndoles creer que los dioses están castigando su insolencia. No soy demasiado conspiranoico, pero siempre cabe la posibilidad de que nuestros chamanes mediáticos pudieran tramar una estrategia de despiste a partir de estas circunstancias, aunque para eso el eclipse debería durar días mucho más que unos minutos.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails