lunes, 19 de enero de 2015

CALDOS DE CULTIVO


  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

No puedo decir que esté consternado ante las miserables declaraciones del Papa Bergoglio la semana pasada, porque al ser agnóstico no le debo ninguna obediencia, ni tampoco me seduce particularmente su figura. Pero sus palabras son repugnantes porque, siendo el principal responsable viviente de un credo que dice defender “poner la otra mejilla”, alimentan un humus tóxico destinado a legitimar la violencia contra los críticos. Bergoglio y otros, con este tipo de declaraciones, dan fuerza al espectro religioso-cultural que demoniza las burlas a las creencias hasta el punto de tener que pagar con la propia vida. El 'caldo de cultivo' (expresión muy querida por la extrema izquierda, otra forma de creencia con complejo de superioridad) del yihadismo son los sermones que niegan la libertad de expresión, nada más.
Para garantizar en España la plena libertad de expresión, evitando que el poder de las religiones coaccione a los no-creyentes, no queda otra que eliminar del código penal el infausto artículo 525 que prescribe penas de cárcel para aquel que 'ofenda' las creencias religiosas. Es interesante este artefacto al servicio de la teocracia, porque blinda a las religiones por encima de cualquier otro discurso, y además pone en manos de los más dogmáticos una herramienta legal con la que poder coaccionar a sus enemigos. Es un ejemplo de totalitarismo que una creencia pueda imponer a los que no la profesamos uno de sus dogmas (por ejemplo, no dibujar a Mahoma), y ya es algo estupefaciente que un Estado democrático se preste a hacerle el juego a esa feroz invasión en la vida de los simples mortales por parte de aquellos que creen estar en posesión de la verdad absoluta.
La cuestión no puede reducirse a los límites partidistas de oponer Jesús a Mahoma, aunque le figura del crucificado sea más interesante que la del caudillo militar árabe, porque no estamos ante un “absurdo derbi entre monoteístas” (Rubén Amón). La dicotomía legítima y urgente es democracia vs teocracia. Y lo digo porque produce cinismo ver a aquellos que denunciaron a Javier Krahe presumir ahora de 'Yo soy Charlie' sin el más mínimo rubor. Como si hubiéramos llegado al moderno Estado democrático gracias precisamente a aquello que siempre puso obstáculos a su realización.

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